Gary Moore. (Foto: Tibban99.)

Si hubo un guitarrista que personifica la pasión, la destreza técnica y la emoción en cada nota, ese era Gary Moore. A lo largo de su carrera, este virtuoso irlandés transitó por el hard rock, el blues y el heavy metal, dejando un legado imborrable en la historia de la música. Desde sus inicios en Skid Row hasta su icónica carrera en solitario, Moore supo combinar una técnica impecable con una expresividad única, convirtiéndose en una de las figuras más influyentes de la guitarra eléctrica.

Nacido el 4 de abril de 1952 en Belfast, Irlanda del Norte, Robert William Gary Moore mostró una fascinación por la música desde temprana edad. Inspirado por guitarristas como Eric Clapton, Peter Green (Fleetwood Mac) y Jimi Hendrix, comenzó a tocar a los 8 años. A los 14, ya dominaba el instrumento con un estilo que fusionaba blues, rock y jazz.

Su primera gran oportunidad llegó cuando se unió a Skid Row (no confundir con la banda estadounidense de los 80), donde compartió escenario con Phil Lynott, con quien más tarde formaría una estrecha amistad. En esta etapa, Moore perfeccionó su destreza y consolidó su reputación como un joven prodigio de la guitarra.

En 1973, Moore lanzó su primer álbum en solitario, Grinding Stone, pero su destino lo llevó de nuevo a colaborar con Phil Lynott, esta vez en Thin Lizzy, una de las bandas de rock más influyentes de la época. Aunque su paso por la banda fue intermitente, su contribución a canciones como Still in Love with You dejó una marca indeleble.

En paralelo, Moore se unió a Colosseum II, una banda de jazz-fusion liderada por Jon Hiseman, donde demostró su versatilidad como guitarrista.

La década de los 80 fue crucial para Moore. Lanzó álbumes con un sonido más orientado al hard rock y heavy metal, como Corridors of Power (1982) y Victims of the Future (1983), donde colaboró con músicos de la talla de Ian Paice (Deep Purple) y Neil Murray (Whitesnake).

Pero fue en 1985 cuando escribió su himno definitivo: "Parisienne Walkways", una de las baladas de guitarra más emotivas de la historia. Su fraseo melódico, su sustain infinito y su ejecución sentida lo convirtieron en un clásico inmortal. En esta etapa, Moore también exploró el metal neoclásico y dejó joyas como Out in the Fields, una canción antibélica en colaboración con Phil Lynott.

El Regreso al Blues: "Still Got the Blues" y el Renacimiento Musical 
En 1990, Moore sorprendió a todos al dejar atrás el hard rock y volver a sus raíces con "Still Got the Blues", un álbum que lo consolidó como un maestro absoluto del blues moderno. Con colaboraciones de Albert King, B.B. King y Albert Collins, este trabajo le dio reconocimiento global, logrando ventas millonarias y convirtiéndose en un referente del blues eléctrico contemporáneo.

Temas como Oh Pretty Woman, Walking by Myself y la desgarradora Still Got the Blues mostraron un Gary Moore más maduro, con un sonido más auténtico y un alma completamente volcada en su guitarra.

Siguió esta senda con discos como After Hours (1992) y Blues for Greeny (1995), un homenaje a su gran ídolo Peter Green, interpretando sus canciones con una Gibson Les Paul que el propio Green le había regalado.

Durante la década de los 2000, Moore siguió experimentando, lanzando discos como Back to the Blues (2001) y Bad for You Baby (2008). Aunque su popularidad comercial había disminuido, su talento seguía intacto, y sus conciertos eran una lección magistral de feeling y virtuosismo.

Lamentablemente, Gary Moore falleció el 6 de febrero de 2011, a los 58 años, mientras dormía en un hotel en la localidad malagueña de Estepona. Su muerte dejó un vacío irreparable en el mundo de la guitarra, pero su legado sigue vivo en cada solo, en cada bend y en cada nota que logró tocar con su inconfundible pasión.

Gary Moore fue un guitarrista que trascendió géneros, épocas y generaciones. Ya sea en el rock, el metal o el blues, su forma de tocar era inconfundible: potente, emocional y llena de alma.

Su influencia sigue viva en artistas de todo el mundo, y su música continúa inspirando a guitarristas noveles y veteranos. Porque si algo nos enseñó Gary Moore, es que la guitarra no solo se toca… se siente.