Ignacio Muñiz Jaén (*)
Viernes 23 de agosto de 2013 - 18:40

El 20 de marzo pasado la prensa y la televisión se hacían eco profusamente del desastre natural provocado por el río Caicena a su paso por la localidad de Almedinilla y cómo una vivienda del casco histórico había perdido parte de su cimentación y protección (así como parte de la edificación) al moverse una gran piedra de 400 toneladas que se encontraba en el mismo lecho del río y sobre la que se apoyaba en parte el muro perimetral  de la vivienda que le protege del cauce, ello debido al caudal y a la fuerza que el río cogió tras las abundantes lluvias del invierno.

Desastre natural pero también desidia de la Confederación del Guadalquivir, que ya en 2009 fue avisada por escrito (vía ayuntamiento de Almedinilla) por la propietaria de la vivienda dañada para que inspeccionasen la gran piedra: ésta estaba perdiendo la base en la que se sustentaba debido a otra crecida del río, y se demandaba que tomaran medidas de apuntalamiento o refuerzo de la misma…los técnicos pasaron a inspeccionar  pero no adoptaron ninguna medida preventiva…y llegó el desastre.
Después del desastre natural de marzo la vecina  afectada reclamó a la Confederación y al Consorcio de Seguros que dejaran la vivienda en su estado primitivo y, sobre todo, que repusieran el muro afectado que protege a esta vivienda del cauce desde hace 200 años, y que también protege a otras viviendas del casco histórico y al propio puente de principios del siglo XX.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir escudándose en que no es de su competencia actuar más allá de los márgenes  de los ríos (cuando el muro en cuestión es el propio margen del río, y no cabe en ello posible distinción  debido a la propia orografía del terreno: el río forma un desfiladero encajado) sólo quiere realizar una protección de cauce bajo en este punto, desestimando la protección de la vivienda, parte del barrio, y el propio puente (todos ellos anteriores a la propia fundación de la Confederación) y mostrando su desconocimiento de cómo funciona el río Caicena con sus frecuentes crecidas (que una protección de cauce bajo no frenará).  Insistimos que esta vivienda lleva allí al menos 200 años (no es de nueva construcción)  y forma parte del casco histórico de esta pintoresca  localidad, al igual que cientos de ciudades y pueblos de España que han ido creando sus cascos históricos en desfiladeros, junto a cauces o en parajes modelados por los ríos.
La vecina de la vivienda afectada apuntaló su casa para, entre otras cosas, facilitar los trabajos de demolición de la gran piedra de 400 toneladas que, tras moverse, corría el riesgo de quedar encajada en el estrecho cauce del desfiladero y provocar una inundación de todo el barrio cuando el río viniera crecido. 

 

 

La Confederación comenzó a romper la gran piedra con hormigón expansivo hace unas semanas y ahora prevé  terminar de partirla con una máquina que quiere dejar en el cauce del río. Sin embargo, para ello está rellenando un salto de 6 metros de altura, situado unos metros más arriba del cauce, salto construido como azud en el siglo XVIII para llevar el agua a los diferentes molinos harineros (y que se conserva muy bien). Con ello, además de afectar a una construcción histórica va a modificar sustancialmente el bello paisaje del río en este punto, añadiendo por añadidura más peligro en caso de traer el río Caicena subidas de caudal (muy frecuentes y muy aparatosas casi todos los años) al arrastrar también ahora la cantidad de piedras y tierra que se está empleando para salvar el salto de 6 metros que forma el azud construyendo una rampa que facilite la bajada de la maquinaria. Los técnicos de Confederación, con Rafael Poyato a la cabeza, no están considerando otras opciones menos agresivas, y además bastante menos costosas planteadas por técnicos del Ayuntamiento y de otras empresas especializadas en este tipo de trabajos.
Un gran daño al cauce natural del río, al bello paisaje, a una construcción histórica, para que, al final,  la vivienda, el barrio y el puente queden desprotegidos. Un montón de dinero público mal gestionado, con poca sensibilidad social y medioambiental, que ha recibido ya las quejas escritas del ayuntamiento de Almedinilla, grupos ecologistas, vecinos, y del propio Ecomuseo del Río Caicena.


(*) Director del Ecomuseo del Río Caicena

 

 

 

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