La Banda Sinfónica Soledad Coronada escribía en la tarde del pasado domingo una de las más brillantes páginas de su aún reciente historia con la interpretación, en la parroquia de la Asunción, del Réquiem de W.A. Mozart.

Mucha había sido la expectación que había levantado esta actuación, enmarcada en una Eucaristía que, para engrandecer aún más la cita, estuvo presidida por la sobrecogedora imagen del Santísimo Cristo Yacente, que minutos antes del inicio de la ceremonia religiosa fue trasladado desde la iglesia de San Pedro hasta el templo parroquial.
Y cuando la imagen atravesó el dintel de la portada de Santa Ana, las primeras notas del Requiem Aeternam comenzaron a crear un ambiente que algunos, como el propio Pedro Crespo, encargado de oficiar la Eucaristía, definía como “mágico, brillante y espectacular”.
No en vano, era la primera ocasión que en Priego se interpretaba esta obra, alguna de cuyas piezas más conocidas sí han formado parte del repertorio de varias corales habituales en las funciones de los Domingos de Mayo pero, qeuda dicho, nunca de manera íntegra.
Para la ocasión, la Banda Sinfónica Soledad Coronada estuvo acompañada por los integrantes del Taller de Canto de la Universidad de Jaén, actuando en los papeles principales la soprano Queca Heredia, la mezzosoprano María Elena Cantos, el tenor Francisco J. Ruiz, y el bajo Diego Ruiz.
Bajo la dirección de Juan Luis Expósito García, que ha dedicado a este proyecto varios meses de intenso trabajo, el prolongado aplauso con el que el público asistente despidió a los integrantes de ambas formaciones, una vez que el Santísimo Cristo Yacente había dejado el templo, es el mejor baremo para calibrar la calidad de una actuación histórica que, con los mismos protagonistas aunque en esta ocasión en formato de concierto, se repetirá el próximo día 15 en la catedral de Jaén.