Hace unos días, cuando murió Diego Armando Maradona, el instinto periodístico me dijo al oído:
- Ponte la camiseta, te toca de nuevo.
Esta vez, sin embargo me resistí a sentarme delante del ordenador:
- ¿Qué voy a contar yo de este personaje? ¿Qué conozco realmente de él? No soy un experto en Maradona, sabría esbozar un resumen de su carrera deportiva, de sus logros y fracasos -hubo de todo- pero soy consciente de que eso no interesa a la mayor parte de los lectores y no iba a aportar nada nuevo a lo ya expresado en los medios de comunicación en las últimas semanas. Lo que más interés podía suscitar era ahondar en su perfil humano y contar quien fue de verdad Diego, separando el trigo de la paja y huyendo de discursos manoseados y clichés como el referido a las drogas,en el cual no tengo ningún interés en entrar.
Honestamente no me siento autorizado para juzgar a una persona que no he conocido. Me gusta hablar con conocimiento de causa y sin columpiarme, no de oídas ni atendiendo a lo que dice “Radio Macuto” o las múltiples leyendas urbanas que circulan acerca de él.
No es ningún secreto que el “10” de la selección albiceleste ha sido uno de los mejores jugadores de fútbol del Siglo XX, pero también es de dominio público que la persona que se ocultaba detrás de ese astro del balón ha tenido una vida oscura, llena de dientes de sierra y con comportamientos altamente censurables y nada ejemplares. Si fuese verdad sólo un 10% de lo que se cuenta sobre él, sería suficiente para anular cualquier intención de escribir una crónica laudatoria, sobre todo si son ciertas en todos sus extremos las acusaciones de maltrato a algunas de sus ex parejas.
Así pues, habida cuenta de que no contaba con certezas suficientes, decidí por una vez abstenerme de darle a la tecla. Pero he aquí que pasados unos días, estaba reflexionando sobre el caso de Paula Dapena, esa jugadora que decidió no secundar el minuto de silencio que la Federación Española de Fútbol decidió que se debía guardar en memoria de Maradona. Paula esgrimió precisamente como motivos de esta actitud el hecho de que el ex futbolista argentino era culpable de delitos de maltrato contra alguna de sus parejas. En ese momento me vino a la memoria una teoría sociológica referida al campo de la Opinión Pública, la cual creo que puede ser interesante dar a conocer y entronca bien con este caso y con otros similares: “La Espiral del Silencio” de la socióloga, politóloga y periodista alemana Elisabeth Noelle- Neumann (en adelante, ENN)
Para situar a los lectores brevemente y contextualizar esta teoría hay que decir que Elisabeth Noelle- Neumann (1916-2010) fue una autoridad destacada en el campo de los estudios de opinión pública y sondeos electorales durante buena parte del siglo XX y principios del XXI, llegando a ser Presidenta de la Organización Mundial para el Estudio de la Opinión Pública. A pesar de haber simpatizado en su juventud con las ideas Nacional Socialistas, después de la Segunda Guerra Mundial experimentó una evolución ideológica y se convirtió en asesora de los diferentes cancilleres de la CDU (Unión Cristiano Demócrata) que gobernaron la antigua Alemania Federal y más tarde la Alemania unificada: Konrad Adenauer, Helmut Kohl y en sus últimos años también de la Cancillera actual, Angela Merkel, llegando a ser apodada “La Sibila del Lago Constanza” o “la Dama de las encuestas”.
En 1947, ENN y su primer esposo fundaron el Instituto de Sondeos de Opinión de Allensbach, que actualmente es uno de los más prestigiosas organizaciones demoscópicas de Alemania. Pero sin lugar a dudas, su obra más significativa y que más difusión ha alcanzado es “La Espiral del Silencio. Opinión pública. Nuestra piel social" (1977).
-¿En qué consiste la referida “espiral del silencio”? Según ENN, la sociedad amenaza con el aislamiento a aquellas personas que expresan opiniones contrarias a las asumidas como mayoritarias. De esta manera, el comportamiento de la mayor parte de la gente está influido por la percepción que se tiene del clima de opinión dominante. La tendencia de la mencionada espiral va en el sentido de enmudecer a quienes tienen opiniones diferentes a la mayoría y reforzar las más extendidas. Esta teoría parte de un supuesto básico: la mayor parte de las personas tienen miedo al aislamiento, y al manifestar sus opiniones se guían por las que estiman mayoritarias o consensuadas. No obstante, la tendencia apuntada se quiebra cuando aparece lo que ENN denomina “el núcleo duro” es decir, esas pocas personas que se reafirman en sus posiciones y las mantienen contra viento y marea, aun cuando vayan en contra de la corriente de opinión mayoritaria.
La pervivencia del “núcleo duro” puede servir para explicar los cambios en las corrientes de opinión que tienen lugar en la sociedad. Cuando esa minoría es capaz de romper el consenso tácito e irracional creado en torno a una opinión mayoritaria y propagar de alguna manera la suya entre la masa, ganando adeptos poco a poco, se rompe la espiral del silencio y cada vez más personas se van sumando a la opinión minoritaria o disidente.
En el caso referido de la jugadora de fútbol Paula Dapena, se ha obrado en parte este efecto. En principio fue la única de la que tuvimos constancia que se negó a secundar el minuto de silencio por Diego Maradona, al estimar que se trataba de un maltratador y no merecía ese detalle, pero al saltar el caso a los medios de comunicación españoles, fue entrevistada en algunos de ellos y diferentes colectivos feministas no dudaron en solidarizarse con ella y expresarle su apoyo, corriendo la noticia como un reguero de pólvora por los foros y redes sociales. Asimismo, jugadores y jugadoras que habían guardado el minuto de silencio sin estar de acuerdo con su finalidad, “salieron del armario” -dicho coloquialmente- y expresaron en público su postura, que en un principio habían silenciado por ser contraria a la oficial o mayoritaria. En muchas conciencias, ha resonado con fuerza la voz “Si lo hubiese sabido, yo también hubiese hecho como esa chica, sentarme en el suelo y no colaborar en esa farsa”.
La Espiral del Silencio fue formulada por Elisabeth Noelle-Neumann en 1977, una época en la que ya la Televisión se había erigido en un medio de comunicación de masas referencial, por lo que la autora entiende que su papel es fundamental a la hora de consolidar los climas de opinión, aunque no existe un acuerdo general entre los científicos sociales y expertos en mass media sobre los efectos concretos que producen la TV y el resto de medios sobre las audiencias.
Lo que me interesa dejar claro es que los climas de opinión en las sociedades contemporáneas no surgen espontáneamente ni de forma natural por un proceso de raciocinio entre la gente, sino que son inducidos en buena medida desde fuera por los agentes socializadores. En la historia de la humanidad, los grandes revolucionarios han empezado siendo vilipendiados, incomprendidos, despreciados y silenciados, pero ha habido personas y colectivos con suficiente paciencia, voluntad, agallas, perseverancia y visión de futuro como para mantener vivas sus posturas y terminar haciéndolas triunfar. De este modo se han gestado importantes cambios sociales.
Elisabeth Noelle- Neumann considera que el perfil tipo de ese “núcleo duro” que se muestra capacitado para desafiar las opiniones mayoritarias se puede dibujar del siguiente modo: una persona con alto nivel educativo y socioeconómico y que no teme al aislamiento, aunque en mi opinión cualquier persona puede ser válida si posee personalidad, criterio propio, se lo propone realmente y es capaz de encontrar los cauces apropiados para difundir sus ideas. Es difícil pero no imposible.