Miguel Ángel Serrano
Lunes 31 de enero de 2011 - 11:47
generica

Siempre me han interesado los asuntos políticos locales y sobre todo en las cuestiones que, a las personas que nos preocupa el debate político, consideramos de especial relevancia.

Recuerdo especialmente, en mi época de concejal, que pese a que todos los temas se trataban con seriedad y rigurosidad, teniendo en cuenta que la Institución Municipal era una cuestión y los Políticos que la conformábamos otra, y que aquella estaba muy por encima de esta, aspecto este que creo perdido en las ultimas legislaturas, cuando se nombraba el término PRESUPUESTOS o el de ORDENANZAS MUNICIPALES,  a todos se nos erizaba un poco la piel por la especial importancia de esos temas y la escabrosidad de los mismos. Era hora de dejarlo todo, de cambiar los chips partidistas y de sentarse horas y horas durante muchos días a trabajar, todos unidos, para darle forma a un documento tedioso y algunas veces odioso, lleno de números, porcentajes, informes, valoraciones, comparativas, pero al que todos sabíamos que debíamos respeto y obediencia.
Las reuniones de presupuesto quedaban aparte de Comisiones, Patronatos, Plenos y todo tipo de asambleas políticas. Los concejales a los que se nos había atribuido esa responsabilidad, cumplíamos nuestra obligación diaria de asistencia y trabajo en cada una de las Comisiones y una vez terminadas, nos “encerrábamos” a veces hasta altas horas de la madrugada, para seguir trabajando con nuestro enemigo económico presupuestario, a sabiendas de que cada grupo político, cada concejal, tenía una visión distinta de los presupuestos que se estaban realizando, y lo que es más, con la seguridad de que todos sabíamos que no íbamos a conseguir el consenso necesario para la aprobación por unanimidad, pues cada uno tenía una visión muy distinta de las necesidades para nuestro pueblo, pero ese no era obstáculo para seguir trabajando. De justicia es aún reconocer la paciencia infinita de, en aquel momento, presidente del Área de Hacienda, don Gabriel Tarrías, para mí, un gran concejal, pero sobre todo un trabajador incansable, persona respetuosa donde las haya y al que las diferencias ideológicas no eran un motivo para la discusión sino para el diálogo y, casi siempre, sobre todo en mi caso, para consolidar una buena amistad personal.
Aún con estas ideas románticas, me dirigí ayer al Pleno a presenciar en directo el debate de Presupuestos para el año 2011, pregunté el trámite seguido para ello y me dijeron que “no ha existido reunión alguna al respecto, sólo el debate en Comisión de Hacienda” y que sólo se había adelantado el documento unos días antes para su estudio y análisis.  
No entro a valorar, primero, por no ser el sitio adecuado y segundo por no conocerlo, el contenido del presupuesto aprobado, sólo me quedo con dos detalles: primero el haber aumentado el presupuesto de nuestro pueblo, creo que en CINCO MILLONES DE EUROS (831 millones de pesetas), en los últimos cuatro años. ¿Qué ha cambiado en Priego  en estos últimos años para tal incremento?. Y segundo, en que ya nos hemos fundido SIN COBRARLOS los cuatro millones de Euros de la privatización de nuestras aguas. Con eso me es suficiente para valorar y hacerme mi propia opinión.
Pero lo que más me sorprendió y por lo que no pude contener el esbozo de alguna sonrisa, del todo irónica, es cuando el Sr. Presidente de Hacienda, explicando el presupuesto empezó a agradecer al Partido Andalucista su colaboración, cosa que ya me extrañó teniendo en cuenta la crispación existente entre ambas formaciones políticas durante toda esta legislatura, crispación que hacía morbosa la visualización de los Plenos en televisión solo para ver quién ponía mas nervioso a quién y el que decía la “barbaridad” más grande, y en los que “tú mas” y “anda que tú” era el debate más interesante que se podía admirar entre PA-PSOE versus PSOE-PA, además de ponernos al día de las denuncias, querellas y demás procedimientos judiciales interpuestos entre ambos durante estos cuatro años.
No daba crédito a lo que podría suceder, aunque me tranquilicé al oír las criticas fundadas del ex alcalde, Juan Carlos Perez Cabello, al inicio de su intervención, críticas que se iban diluyendo poco a poco, suave y progresivamente. Pero no sólo eso, sino que, a la par de diluirse se iban incrementando, los agradecimientos y halagos, sólo porque el PSOE había tenido en cuenta dos propuestas del PA, una que no recuerdo y otra que había suprimido la partida, creo que 50.000 € del Gerente de Urbanismo y la había pasado para suelo industrial. No se qué se puede hacer en Priego con esa mínima partida para desarrollo industrial, pero ese simple detalle, ese guiño del PSOE, había embaucado al PA, lo había llenado de felicidad.
Me integré tanto en la trama de esta película que, debo de reconocer que, el final de la interpretación del exalcalde me entristeció. Esperaba un final feliz, una aprobación sin tapujos, un perdón mutuo y recíproco y, por qué no, un abrazo con beso incluido, que nos llevara a todos los presentes y televidentes a que nuestras lágrimas brotaran y pusieran fin al nudo de garganta que se tiene en esos momentos. Pero no fue así, sólo una abstención, sólo con un “no voto en contra pero tampoco a favor, pero en definitiva cuenta conmigo para que no digan que estoy contra tí” nos tuvimos que conformar, creyendo que era el final del argumento.
Pero como en toda buena película el final no había llegado. Había llegado la hora de la intervención de los actores principales, los protagonistas, y ciertamente no me defraudaron, acostumbrado a esas intervenciones del Sr. Tarrías, en las que a todos se nos ponía el vello de punta, por su contenido y por su compostura, si bien al principio, como es de Ley, arremetió a los inconscientes votantes en contra del presupuesto,  llegada la hora parecía como si las intensas luces blancas del salón de Plenos se fuesen apagando poco a poco, una música romántica parecía salir de los propios radiadores de dicha estancia, su tono de voz suave, dulce, inmóvil en su asiento y mirando fijamente los ojos de su objetivo, no solo agradecía al PA su abstención, sino que ensalzaba su colaboración y su desvelo, su responsabilidad y su dedicación, y parecía terminar su palabras con un... “cuenta conmigo que yo cuento contigo, olvidemos lo pasado haz de mi lo que quieras”. Daba la impresión de que sus cuerpos se fundieron en uno, de que se susurraban al oído palabras románticas como aquellas que decían “ves como no era tan malo?”; “yo solo hacía lo que tenía que hacer pero en el fondo te quiero”. El final de la historia de amor lo refrendó la primera edil, quien no sólo ratificó el feliz desenlace con su benevolencia y su bendición, sino que a la luz tenue y la música aterciopelada, prodigó la famosa fase de que: “lo que las encuestas y las urnas pueden unir que no lo separe el hombre”.
Todo estaba preparado, y bien preparado, el público, entre los que me encontraba, permaneció en silencio, inmóvil, nadie sabíamos lo que decir, alguna sonrisa encubría el enternecimiento del corazón ante tan cruel drama amoroso con final feliz. Pero los servicios municipales de protocolo todo lo habían previsto, sabían que los espectadores no podrían moverse de sus asientos, que su estado anímico no le permitiría reaccionar, por eso una voz en “off” seria y fría como una tumba dijo: “siguiente punto del orden del día, sala de velatorio…”. Como podrán comprender, me levanté y me fui junto con todos los que estaban a mi alrededor y algún otro concejal del PA que no pudo evitar salir a tomar un poco de aire para poder despajarse de tanta emoción.    

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