HERMANDADES | Actos y Cultos
Analizan en una conferencia las lesiones más habituales entre los costaleros
El ponente, Manuel Eloy Orozco, enumera un importante número de variables que pueden determinar su aparición
Lunes 21 de febrero de 2011 - 17:42
Organizada por la Agrupación General de Hermandades y Cofradías de Priego y la Asociación Cultural Tertulia Cofrade El Varal, la sede de este último colectivo acogía el pasado sábado una interesante conferencia sobre las variables que influyen en la aparición de lesiones en los costaleros y las pautas a seguir para evitarlas.
El encargado de realizar este pormenorizado análisis de la relación existente entre el mundo de las trabajaderas y la salud, fue el fisoterapeuta y técnico especialista en radiodiagnóstico, logopedia, acupuntura y moxibustión, Manuel Eloy Orozco Estrada, gran conocedor de este tipo de patologías, ya que a su dilatada preparación y experiencia profesional, se une su condición de cofrade dedicado al mundo del costal, lo que le ha llevado a estudiar, conocer y participar en todas las experiencias posibles en este campo convirtiéndolo en todo un experto conocedor de la salud y prevención del costalero en su trabajo.
En lo que respecta a su ponencia, Manuel Eloy inició su intervención recordando la necesaria evolución de las tradiciones, “para que no se vuelvan obsoletas”, enumerando las características que presentaban los primeros costaleros profesionales así como sus diferencias con los llamados hermanos costaleros.
Tras realizar un recorrido por las lesiones más frecuentes, tanto aquellas de menor relevancia como erosiones en la piel a nivel cervical, el conocido “tomate”, contracturas, hormigueos por presión o esguinces, como por aquellas otras de mayor envergadura, como las roturas meniscales, la deshidratación, hipoglucemia e incluso los infartos de miocardio por déficit de potasio o magnesio, el ponente enumeró una serie de variables que influyen de manera determinante y que condicionan posibles lesiones.
Así, y entre ellas, Manuel Eloy Orozco enumeró la edad del costalero, indicando que de los 18 a los 45 años hay un margen menor de riesgo en la aparición de lesiones, la importancia del trabajo coordinado y en equipo, así como el papel del capataz, el sentido de la amistad y compañerismo o, a nivel individual, la capacidad de sufrimiento y sacrificio, refiriéndose igualmente a la importancia de la “igualá” para evitar posteriores lesiones, así como la necesidad que el costalero tiene de corregir posturas y vicios, tanto suyos como del resto de compañeros.
Por otra parte, la tipología de hermandad, la uniformidad, el itinerario, la alimentación, el tipo de paso o la coordinación, son otras variables que pueden influir a la hora de que aparezcan lesiones, apuntando en este sentido el papel que juegan los ensayos en este sentido, “ya que se trata tanto de un entrenamiento físico como mental, de coordinación, de labor en equipo, de confianza en el compañero y de disminución de tiempo de respuesta frente a maniobras no habituales”, señaló Orozco, que a preguntas de los asistentes concluyó recordando, en relación al denominado estilo malagueño, con el que procesionan la mayoría de las hermandades y cofradías prieguenses, que pese a ser diferente al costal, “todo el entorno de las lesiones es muy parecido”.