A mi tío Julio en sus 75 cumpleaños
Rafael Fernández López
Lunes 18 de julio de 2011 - 08:47
generica

Aquel 18 de julio del 36 cambio y truco la vida de miles de españoles, cambió la historia y el rumbo de España.

La sublevación de parte del ejercito a las órdenes de Franco, apoyados por buena parte de la población hastiada de tantos crímenes y del desgobierno del frente popular unido a la intransigencia, el odio, la intolerancia, la incultura y el hambre dieron como resultado una guerra fraticida entre hermanos defendiendo cada uno su ideología y muriendo por la defensa de la Patria, unos murieron tanto de un bando como de otro heroicamente en el campo de batalla, pero más muertos fueron los que murieron en la retaguardia, tanto de un bando como del otro, éstos fueron sacados de la cama, de los presidios o de las iglesias y vilmente asesinados con el tiro en la nuca o frente al pelotón de fusilamiento, esta barbarie fue cometida en los dos bandos, tanto en la zona nacional como en la republicana, pocas capitales, ciudades, o pueblos se libraron de estos macabros asesinatos, Priego no podía ser una excepción, ya que hubo paseos, fusilamientos y tiros en la nuca, la gran diferencia entre las llamadas zona nacional o roja estriba en que en la primera se respetaron los edificios religiosos y obras de arte, mientras que en la segunda la incultura y la barbarie azuzadas por los extremista acabaron la mayor parte del patrimonio cultural, afortunadamente Priego no conoció la destrucción y el vandalismo de sus vecinas poblaciones como Alcalá la Real o Baena.
Tanto los partidos de derechas como los de izquierdas habían caldeado el ambiente, de tal manera que éste estaba a punto de estallar en cualquier momento, en Priego se había formado la primera célula de la Falange, a la primera reunión clandestina por estar ilegalizada, se celebró en la casería de los Prados, a la cual acudieron unas 30 personas, aunque el 18 de julio eran casi una centuria.
Los partidos de izquierdas, tanto anarquistas como comunistas contaban con un numero muy reducido de seguidores, el Partido Socialista había visto incrementar sus afiliados notablemente en cuestión de unos días, ya que habían dado varios mítines en unas cocheras  junto al Palenque, en éstos prometieron y afirmaron que les darían trabajo a todos los obreros que se  apuntaran al mismo, el paro era considerable y las familias no tenían medios con que sustentarse, ante el reclamo de trabajo a cambio de afiliación, un elevado numero de obreros pasaron a engrosar las filas de ese partido.
La mayoría de la población vivía con la intercidumbre y temor por la inseguridad reinante, a esta se unió un fenómeno atmosférico que se pudo observar en toda la comarca, ya que el cielo aun siendo de noche se tiño de rojo, la mayoría de la población vio en este fenómeno un aviso de fuego, sangre y calamidades.
Uno de los vecinos de Priego era el matrimonio formado por Juan Rafael López y Mercedes Sánchez, conocidos por “Tobalico y Alpistes” respectivamente vivían desde hacia unos 10 años en Genilla en la primera huerta, tenían  hasta aquel 18 de julio 6 hijos, tres parejas, las dos niñas mayores se encontraban en Priego aquella noche en casa de una tía, el día transcurrió normalmente, mi abuela estaba embarazada y durante todo el día 17 había notado cierto malestar, este lo achacaba a que ya había salido de cuentas, como todos los días de la época en la que se encontraba mi abuelo Rafael había preparado dos cargas de hortalizas verduras y frutas para  el día siguiente llevarlas a la Plaza, conforme fue entrando la noche la tranquilidad tanto de la casa como del entorno se fue trastocando, igual que la de toda España, por  la entonces tranquila carretera de Priego a Carcabuey comenzaron a pasar coches tanto en un sentido como en el otro a una velocidad inadecuada, parecía que en esa noche había muchos que tenían prisa, no solo los de los coches, pues a mi abuela las molestias se habían convertido  en dolores, no había duda la criatura había decidido nacer aquella noche, mi abuelo reavivó la candela y puso en la olla grande de la matanza agua a calentar, previniendo lo que podía ocurrir, mientras tanto no paraba de murmurar, “por qué las niñas mayores estaban en Priego, y por que la chacha Aurora había decidido ir al día siguiente”, pero los dolores seguían aumentando, y aún era demasiado pronto para mandar a los niños a Priego con las cargas de hortalizas y frutas y a buscar la partera, no paraba de rabiotear ya que continuamente decía “ha tenido que ser esta noche, con la que se tiene que haber liado”.
En el silencio de la noche  un fuerte ruido como un trueno seco que se propagó por todo el valle horrorizó a los hortelanos y sus familias (a la mañana siguiente junto al moral de la cacería del Cerrillo en la Milana, apareció el cuerpo acribillado a balazos del sastre de Carcabuey, posiblemente fue el primer fusilado de la comarca) como los dolores  cada vez eran más frecuentes mi abuelo aunque aún no era de madrugada le leyó la cartilla a  mi madre Aurorica y a mi tío Rafalico cuya edad rondaban entre los 9 y 12 años, le explicó lo que tenían que hacer, que no se entretuvieran con nadie, que se dieran prisa que llevaran los mulos con las cargas a la posá de la Bárbara  y que después fueran en busca de María la partera que vivía en la Villa, que le dijera quienes eran y que su maé estaba pariendo, que cogiera un coche y con los dos niños vinieran lo más pronto posible, mi abuelo no paraba de decir “esta noche tiene que ser sonada, de esta noche nos vamos acordar muchos años” así que los dos niños cagaitos de miedo se pusieron camino de Priego con las dos mulas y su cargas de frutas, verduras y hortalizas, pasaron el ventorrillo y atravesaron el llano de las Sardinas, junto a la fuentecilla comenzó a clarear, de vez en cuando un coche pasaba de prisa, ellos llegaron a la plaza de toros y se decían ya estamos en Priego, a lo lejos se escuchaban gritos, lloros y maldiciones nada más pasar la fuente de Carcabuey, dos cuerdas de presos  (en un articulo titulado “Hace 25 años” publicado en el Adarve , nº 459 P.G.L. decía “después de la madrugada detuvo la Guardia Civil a todos los directivos del partido socialista” y ellos (la Falange se dedicaron) ” a la limpieza del término…limpieza de focos rojos”) a ambos lados de la carretera estorbaban el paso, los niños no sabían lo que ocurría, pues a algunos de los que estaban atados los conocían y tan solo eran trabajadores, vieron venir hacia ellos a un Guardia Civil alto y fortachón al cual pronto reconocieron era Rafael  y le apodaban “Mantecas” éste le pregunto ¿niños qué hacéis aquí, por que estáis solos, y vuestro paé” mi madre le contó lo que pasaba y éste los acompañó hasta que entraron en la calle San Marcos ya que a la altura del presidio  y del pilar de San Marcos era imposible pasar, de los presos que había, (este “Mantecas” decía mi madre que le contaba a mi abuelo, que él dormía tranquilo, que mientras que pudo no formó parte del pelotón de fusilamiento, y que cuando le tocó por turno, su tiro siempre fallaba, me tocó fulanito, perenganito y zutanito, y así daba señas de unos y otros, sus familias creen que están muertos, si no los han matado en la guerra, ya volverán, así sucedió cuando pasó la guerra y los ánimos se templaron los muertos del “Mantecas” volvieron a sus casas) los dos niños extrañados y asustados por  lo que habían visto atravesaron todo Priego sin incidente alguno y llegaron a la posá de la Bárbara, le contaron lo que le había indicado mi abuelo y se fueron a buscar la partera, cuando llegaron a la huerta ya era totalmente de día, mi abuela había parido un niño, mi abuelo la había parteado lo mejor que supo, en recuerdo de aquella noche de muerte para muchos y de vida para unos pocos, al recién nacido le llamaron Julio.
De esto hace 75 años, pero mi madre hasta que murió lo recordaba como si estos hechos hubiesen acaecido el día anterior, ya que estos sucesos para ella fueron imborrables.

                                   

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