En las últimas semanas ha estado circulando un artículo que niega la cualidad cultural de las festividades religiosas. En dicho artículo se puede observar una visión reduccionista y excluyente de este tipo de festividades.

Mi intención en este artículo es demostrar algo que creo que casi todos sabemos y que casi nadie es capaz de negar excepto si solo se busca polemizar sin sentido y buscando en cada posible tema un motivo de enfrentamiento político.
Incluso las personas más devotas pueden notar la condición cultural de estas festividades sin sentirse, de alguna manera, ofendidos. De hecho, se trata de poner en valor eventos que, aunque religiosos, trascienden de la devoción e implican otros sectores como la cultura o el turismo.
Estas festividades, de las cuales nadie niega su carácter religioso, van mucho más allá y atraen a personas de todas las clases: agnósticas, ateas e incluso de otras convicciones religiosas relacionadas o no con el cristianismo y que no hacen sino enriquecer estas celebraciones.
Como historiador, creo que la Semana Santa y otras festividades en Priego forman parte de su patrimonio cultural y constituyen fenómenos que se vive de distinta forma según la persona: pasionalmente; turísticamente; artísticamente (por la calidad de las esculturas o por la música), festivamente, ceremonialmente, estéticamente (desde la reivindicación de la tradición); religiosamente o, incluso, combinando todas las anteriores.
Y también de una forma social porque siempre han estado ligadas al pueblo. Sus orígenes se remontan a sociedades paganas; ya en la Antigua Grecia eran famosos las festividades de las Panateneas dedicadas a la diosa Atenea o incluso nos podemos remontar al Antiguo Egipto. En el Cristianismo el verdadero despertar de esta tradición se remonta a la Contrarreforma o Reforma Católica aunque su finalidad original debió ser marcadamente didáctica ya que el pueblo, en su mayoría, era analfabeto y la imaginería era un medio para difundir ese mensaje bíblico que impresionara, conmoviera y emocionara al pueblo teniendo en la Pasión de Cristo su principal temática. De hecho, es a partir del Concilio de Trento (1545-1563) cuando se empiezan a potenciar las artes plásticas como medio para captar la atención de los fieles manteniendo el mayor esplendor en el Barroco que tanto ha dado a nuestro municipio.  
Es mucho el trabajo y las horas que gastan muchas personas para dar viabilidad a estas festividades y es una falta de respeto tratar de convertirlas en arma política, más todavía si ello implica despojarlas de toda su riqueza. En lugar de ello, creo que se debería procurar emplearlas como elemento cohesionador de la sociedad en torno al cual todos tengan cabida, desde las personas que busquen una manifestación religiosa, a los observadores de la Historia del Arte, pasando por el turista que quiera admirar el paisaje urbano con una procesión como telón de fondo. Todos y todas deben tener cabida.
Así que disfruten de estas festividades; regalen música a sus oídos, deleiten su vista con las calles vestidas para la ocasión, disfruten del arte de la Escuela Granadina, huelan el incienso y, en definitiva, admiren nuestro patrimonio cultural. 
"Al que te ABOFETEE en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda". Evangelio según Mateo 5,38-42