Un total de 300 mujeres con graves problemas de alcoholismo han pasado ya por el piso que, para atender a este colectivo, mantiene abierto Cruz Roja Española en la capital desde hace dos décadas.
Dicho centro, único de sus características en toda Andalucía, contó el pasado año con 27 usuarias, de las que un 90 por ciento logró dejar la bebida y recuperar su autonomía personal.
Una buena muestra de los frutos cosechados con el trabajo realizado en estas instalaciones es que, de todas las mujeres que se han alojado en ellas a lo largo de sus casi 20 años de vida –ha estado funcionando desde 1990 a 1993 y desde 1996 hasta hoy-, sólo 33 eran reincidentes, esto es, apenas un 10 por ciento.
Y es que, según el seguimiento individualizado que de cada caso lleva a cabo el equipo de profesionales de Cruz Roja, la gran mayoría de las residentes que ha tenido este piso no ha recaído en la bebida tras salir del mismo.
El centro dispone de seis plazas, todas ellas de carácter gratuito, gracias a la colaboración de la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta, el Ayuntamiento de Córdoba y el Ministerio de Sanidad y Política Social.
Las usuarias, que suelen rondar los 41 años, provienen de distintos puntos de Andalucía –aunque casi la mitad son cordobesas- y en prácticamente todos los casos han sido víctimas de maltrato psíquico –en ocasiones también físico-, permanecen en el piso por periodos que oscilan entre las dos semanas y el medio año, aunque la estancia habitual está en torno a los tres meses, tiempo a partir del cual vuelven a estar preparadas para su reinserción sociolaboral.
La mayoría de las veces, el estado civil de estas mujeres es casada o soltera –un 34 y un 30 por ciento respectivamente-, si bien hay también un importante número de casos en los que ingresan tras alguna ruptura sentimental -29 por ciento entre separadas y divorciadas-.
Para lograr esa normalización de su vida, el dispositivo de Cruz Roja no sólo contempla el tratamiento clásico de la dependencia alcohólica, sino también la mejora de la situación sociofamiliar, bien favoreciendo la integración en su entorno o bien propiciando la ruptura con éste.
El equipo de profesionales encargado de trabajar con las usuarias del centro está compuesto por un médico, una psicóloga, una trabajadora social, cinco monitoras y un nutrido grupo de voluntarios y voluntarias que, además de la atención clínica y social, ponen en marcha diversas actividades dirigidas a potenciar las capacidades profesionales y las habilidades personales de las mujeres.
Entre otros, se realizan talleres de prevención de violencia, de sexo seguro, de relajación, de dietética, de animación cultural y a la lectura, de manualidades y de recursos sociales y documentación.