Pese a la juventud de sus integrantes, la actuación de la Orquesta Joven del Bicentenario dejó un gratísimo sabor de boca entre los asistentes al concierto que esta formación ofrecía el pasado sábado en el Teatro Victoria de nuestra localidad.

La actuación, organizada por el Conservatorio Elemental de Música de Priego y el Área de Cultura del Consistorio de nuestra localidad, con el patrocinio del Consorcio para la Conmemoración del II Centenario de la Constitución de 1812, se enmarcaba dentro de la mini gira que el pasado fin de semana llevó a esta formación a actuar en Priego, Cabra y Puente Genil.
La orquesta, que ha sido creada como embajadora de la celebración de La Pepa 2012 y representante de sus valores, está integrada por estudiantes de música con edades comprendidas entre los 13 y los 20 años aproximadamente, procedentes de los distintos conservatorios y escuelas de música de la provincia gaditana y que se ha especializado en repertorio de los siglos XVIII y XIX. La dirección artística de la orquesta está a cargo de Matthew Robert Coman, músico de reconocido prestigio internacional y antiguo miembro de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, de la London Philarmonic Orchestra y director del Festival Internacional de Música Clásica de Alcalá de los Gazules.
Bajo la dirección del sevillano Alejandro Garrido Porras, la Orquesta Joven del Bicentenario ofreció en Priego un gran concierto sinfónico, integrado por piezas como la obertura de El poeta calculista, obra cumbre del sevillano Manuel García, pieza claramente influenciada por ópera italiana, el trasfondo de la tonadilla escénica y el clasicismo de los primeros años del siglo XIX.
La primera parte se completaba con la Sinfonía n.º 103 en mi bemol mayor, de Joseph Haydn, conocida popularmente como el «Redoble de timbal», debido al prolongado redoble que efectúa el timbal al comenzar la obra.
Pero si destacada fue la interpretación de las dos obras reseñadas, en la segunda parte del concierto, los integrantes de la Orquesta Joven del Bicentenario dieron sobradas muestras de las buenas críticas que han cosechado desde su creación, con la interpretación de la Sinfonía n.º 5 en do menor, Opus 67, de Ludwig van Beethoven, una de las obras más populares y conocidas de la música clásica y una de las sinfonías más interpretadas.
La guinda de su actuación fue el regalo, en forma de bis, de la Danza Rusa o Trepak de El Cascanueces de Piotr Ilich Tchaikovsky, con la que se despidieron del público que se dio cita en el Victoria, que reconoció la calidad de las obras interpretadas con un prolongado y caluroso aplauso.