Vecinos junto al monolito. (Foto: R. Cobo)

Bendición del monolito. (Foto: R. Cobo)

Antonio López y Bárbara de Miguel. (Foto: R. Cobo)

Santiago Sánchez y María Luisa Ceballos. (Foto: R. Cobo)

Antonio Pérez, Manuel Peláez del Rosal y Manuel Rubio. (Foto: R. Cobo)

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La plaza de las Moreras de Zagrilla Alta acogía el pasado viernes la presentación del libro “Pinceladas sobre Zagrilla”, obra colectiva editada por la Asociación Amigos de Priego y cuyo coordinador es el profesor Manuel Peláez del Rosal.

Pese al sofocante calor reinante fueron muchos los vecinos de la aldea que participaron en el sencillo acto, que abría el concejal delegado de Aldeas, Javier Ibáñez, que durante sus palabras de bienvenida incidía en la apuesta del Consistorio prieguense por sus aldeas, señalando que actos como el que se estaba celebrando, “sirven para reivindicar el mundo rural”.

Ibáñez cedía el uso de la palabra al profesor Peláez del Rosal, que esbozó los contenidos de la obra en la que desde distintos ámbitos un amplio ramillete de autores ponen de relieve la importancia de la aldea de Zagrilla, a la que el propio Peláez del Rosal definía como “la perla de la Subbética, ninguneada históricamente desde la administración durante mucho tiempo como si fuese la aldea pobre, la Cenicienta de las aldeas prieguenses, con tortuosos caminos de acceso e infames e intransitables carreteras”.

A continuación, Antonio Pérez Ballesteros, promotor de la iniciativa, tomaba la palabra en representación de los zagrilleros que en las décadas centrales del pasado siglo iniciaron una particular diáspora, dando paso al arqueólogo  en el turno de intervenciones al arqueólogo Manuel Rubio Valverde, autor de varios textos de la obra presentada.

 

Posteriormente tenía lugar el estreno oficial del himno de Zagrilla, escrito por Alonso Cano, e interpretado por la soprano Bárbara de Miguel acompañada al piano por Antonio López Serrano, cerrando el turno de intervenciones el alcalde pedáneo de la aldea, Santiago Sánchez, y la alcaldesa de Priego, María Luisa Ceballos, que incidía en la importancia de que todas las administraciones apuesten de manera decidida por el mundo rural, para impedir con ello que continúe la sangría demográfica que afecta a estos núcleos de población, evitando  así su desaparición.

Como colofón se procedía a la bendición por el párroco José Enrique Alcalá-Zamora Burgos del monolito ubicado junto al manantial, en el que se rinde homenaje a los fundadores de la aldea, Fernando Carrillo de Soto y Mariana de Arroyo, que en la primera mitad del siglo XVII, erigieron en una dehesa de su propiedad una capilla y una casería que darían origen al actual asentamiento rural.