Raúl Pérez Cobo
Viernes 4 de febrero de 2011 - 09:50
generica

Para justificarse frente al fracaso de sus gestiones nos hablan de su visión desigual a la hora de los presupuestos y de cómo aplicarlos para que la crisis sea menor. Me pregunto cómo pueden tener criterios distintos y hasta distinta vergüenza.

Enfoquemos el paro: ¿cómo pueden sentarse a discutir, a darse el lujo de discutir sobre sus diferentes formas de solucionar el problema? Lo que tendrían que hacer pasa por dejar de repetirnos con estupidez insistente eso de querer diferenciarse. Tienen tan normalizado unos y otros que exista el INEM, que se acabe la ayuda por prestación y que llegue más desgracia aún a los parados, que se dan el lujo de seguir ahondando en ser distintos, tal y como se aparecen ante el pueblo, plenos aparte, comunicados aparte, gestiones aparte. Y claro que son distintos: algunos cobran tanto como para sostener mensualmente a dos familias en pleno desempleo. A esto sí que se le puede llamar ser diferente y tener distintas visiones del problema. ¿Estos son políticos, gente que se larga a su casa y puede dormir cuando personas reales, personas que van por sus calles, no tienen ni idea de lo que van a poner en la mesa al día siguiente para comer? Dirán que esto es una exageración: vayan a Cáritas –éstos sí que debieran ser un partido político y dirigirnos, seguro que sacaban antes del paro a muchos más de los que están sacando nuestros políticos actuales y sus diferencias-. Si Cáritas hablara en cada pleno, tal vez a nuestros dirigentes se les iluminasen los presupuestos y se aprobasen rápido. Juegan a tener una profesión, a ser políticos, sin inmutarse, sin importales que tienen demasiados destinos dependiendo de ellos. Frente a una cámara se descomponen el rostro y la aflicción les hace parecer como el Paño de la Verónica y cuando toca sonrisa la hacen tan natural como el “Joker” de Batman, ese Jack Nicholson cínico y cruel. Con lo fácil de la premisa: ¿para qué los presupuestos? Para sacar a cuanta más gente del paro, del peligro de que se les acabe la ayuda. Que haya diferencias en cuanto a tal punto es como para invitarles a lo que hemos propuesto muchas veces: tengan los plenos en plena calle, en la placita donde la oficina del desempleo, en la misma Plaza de Andalucía, que alberga a cientos de los que un día llamamos trabajadores, que vean in situ cómo desarrolla nuestro centro neurálgico de poder sus gestiones, sus diferentes soluciones a la hora de ayudarles, de ayudarnos. Claro que hablaremos de candidatos: a ver si hay alguno o alguna que se preste a ser Alcalde o concejal cobrando lo que cobra un desempleado. Íbamos a tenerlo fácil: se cerraba el Ayuntamiento y no quedaba ni el conserje para abrir la puerta. Seguro que a la hora de discutir este asunto presupuestario sobre el sueldo no tenían tantas diferencias y lo solucionaban en lo que dura un café.

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