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Cuartelillos
Martes 27 de marzo de 2012 - 17:34
Como he detallado en mi libro de memorias La esquina de los cuentos. Historia de la Huerta Palacio por los años cincuenta nací en este barrio de Priego donde había alguna arquitectura pública y singular como La Puente Llovía, la ermita de Belén y…, el cuartel de la Guardia Civil. Como es lógico estos tres edificios fueron lugares de innumerables vivencias para unos rapazuelos que sin radio ni televisión, llenaban su tiempo libre en juegos al aire libre.
Concretamente el cuartel de la Guardia civil, situado en las afueras del barrio, con sus guardias vestidos en invierno con aquellas impresionantes capas, sus tricornios charolados, armas en bandolera y cabalgando en caballos para hacer los habituales servicios de vigilancia en el campo, impresionaban nuestras mentes infantiles. Como enfrente del cuartel había un espacio público sin construir, era aprovechado por los chavales para usarlo como campo de fútbol a pesar, de las piedras, desniveles del terreno y jaramagos que lo cubría.
Aunque este edificio para alojar tropa y familia de la Guardia Civil, iniciado en la dictadura de Primo de Rivera para dedicarlo como colegio público, y acabado en los años republicanos como cuartel, todavía, a pesar de sus deficientes instalaciones sigue prestando sus servicios, en los últimos años han aparecido en Priego numerosos cuartelillos, desparramados por todo el caso urbano que se activan de una forma impresionante los días de la cuaresma, si bien en esta ocasión no hay guardias, sino cofrades que provistos con las armas de las bebida y el plato de comida agasajan, mediante el pago correspondiente, a los numerosos cofrades, hermanos, familiares y amigos que acuden a las sedes, estos días convertidas en bares.
La moda nos llega de fuera. De muchas décadas atrás son famosos los cuartelillos que se celebran en Puente Genil. Aquellas reuniones de convivencia, delante de la copa y la tapa, propiciados y organizados por una hermandad era un asunto desconocido en Priego, donde sí teníamos las rifas de mayo, que podemos decir que son unos cuartelillos al aire libre. Estaba cantado que la moda nos cogería de pleno como nos cogen las borrascas que nos llegan del bajo valle del Guadalquivir. Las hermandades de las Angustias, Caridad, Pollinica, Dolores y alguna otra, los fines de semanas hacen estos cuartelillos de convivencia. Sus sedes de transforman en bares de tapeo. Aparte de la convivencia está claro que sacan algunos euros que les servirán para llevar a cabo los numerosos proyectos que siempre tienen sobre la mesa.
Se dio el caso gracioso hace unos años que el presidente de la Agrupación de Cofradías firmó un protocolo de apertura con el de la Asociación de Empresarios, para acordar los días y horarios que podían abrir para no hacer mucho estropicio en la clientela habitual de los bares, asunto esto que consideramos un despropósito puesto que es el Ayuntamiento el que tiene las competencias en este asunto y no las agrupaciones citadas. Hubo un momento en que los bares se plantearon denunciar estos cuartelillos porque no tenían los debidos permisos de apertura y demás papeles en regla.
Para contrarrestar la fuga de clientes ante la competencia que había aparecido, el Centro Comercial Abierto órgano de la Asociación de Comercio de Priego creó el Concurso Gastronómico de Tapas que este año va por su tercera edición. Como es natural no están solos. Han contado con la colaboración y co-financiación de la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte, Excmo. Ayuntamiento de Priego, Denominación de Origen Montilla-Moriles, Denominación de Origen Priego de Córdoba y Federación de Empresarios de Priego. Catorce bares se han apuntado en el proyecto y durante tres fines de semana de este mes, —viernes, sábado y domingo—, han ofrecido tres tapas al precio de 1'50 €. Así que los aficionados al deporte de copa y tapa han tenido variados sitios de peregrinación para hacer "santa penitencia". No hay nada en un mercado libre como en el que estamos, como la abundancia de oferta para que los consumidores "convivan" a unos precios razonables. Hasta algún bar, a los cofrades de aquellas hermandades que no organizan cuartelillos, le ha hecho durante estos días una deducción en su consumo habitual como una forma de agradecerle la no instalación de "bares-cuarteles" que les quitarían por unos días su clientela habitual.
Pasados los días de cuartel los bares anulan su oferta de las tres tapas baratas para volver a sus precios habituales. El negocio es el negocio cuando se vuelve a la oferta habitual. ¡Qué no están los tiempos para hacer gracias!