Andalucía del pan,
de hombres siempre cavilando
donde lo conseguirán.
Andalucía de blanco,
la novia del mundo entero
siempre sentada en el banco.
Andalucía de negro,
la viudez abandonada
buscando a su compañero.
Andalucía de verde,
chapuzas de cada día
donde todo está pendiente.
Andalucía del toro,
la sangre de un animal
se nos transformó en un tópico.
Andalucía romera,
de vírgenes adoradas
en las marismas y sierras.
Andalucía de feria,
de faralaes vistosos,
de los vinos y las juergas.
Andalucía del santo,
de cristos y dolorosas
en perenne viernes santo.
Andalucía morada,
de velas y nazarenos
cuando nos mecen las andas.
Andalucía del cante,
la de lloros desgarrados
para calmarse las hambres.
Andalucía del paro,
de hombres mirando al cielo
en busca de algún trabajo.
Andalucía del vino,
la de garito y taberna
saboreando los finos.
Andalucía del baile,
en tablados y casetas,
en las esquinas y calles.
Andalucía del cura,
de iglesia, supersticiones,
magias y buenaventuras.
Andalucía del rojo,
el color de la vergüenza
en esta tierra de abrojos.
Andalucía turística,
Europa nos hace fotos
de nuestro estilo de vida.
Andalucía del sol,
la que ennegrece la piel
al turista y al labrador.
Andalucía amarilla,
de montes y valles fértiles,
de olivares y campiñas.
Andalucía de aceite,
sabores líquidos de oro
para los terratenientes.
Andalucía violeta,
de flores y cementerios
siempre llorando carencias.
Andalucía de azul,
como el color de los monos
del proletario andaluz.
Andalucía del chiste,
del chascarrillo y la gracia
que de sí misma se ríe.
Andalucía la ausente,
con sus hijos derramados
por todos los continentes.
Andalucía africana,
del Legado Andalusí
y de moros en las playas.
Andalucía sin voces,
vendas en los arcos iris
no taparán tus colores.

 

**(Del libro: Blanco negativo, de Enrique Alcalá Ortiz).