CULTURA | Rincón Literario
Tres lecturas distintas del mismo libro
Lunes 17 de septiembre de 2012 - 17:02
La publicación del libro de poemas Emisión analógica (2011) del cordobés Tomás Illescas atrajo mi atención desde el primer momento, ya que había leído algunos poemas de su autoría –y de mi gusto–, y lo esperé con ganas. Pese a su título, se publicó en un medio digital: la web de la revista Groenlandia, bajo la jefatura de la poeta Ana Patricia Moya.
De Emisión analógica destaco la voz personal del poeta, que nos guía, como si de un Virgilio televisivo se tratase, por una analógica Comedia de personajes y situaciones del mundo –y cultura, ¿por qué no?– audiovisual de las tres últimas décadas. En su poesía hallamos generalmente dos polos: la tristeza del desengaño y el humor. Ambos se concilian en poemas como la Fábula de Blancanieves o Fast Food, de donde extraigo estos versos:
Los menús infantiles
distribuyen pequeños
juguetes de un solo uso
que, en ocasiones con dificultad,
a veces con fruición,
montan los padres a los niños
(móntalo, úsalo, olvídalo).
Cubiertos de un solo uso.
Juguetes y padres
de un solo uso.
No solamente recurre a motivos infantiles, como los citados, en los que enarbola una crítica a la sociedad y al desencanto de la infancia, sino también a elementos cinéfilos como Rocky o The shining (El resplandor) y, desde ellos, pasar a momentos históricos como la muerte de Franco.
Dejando a un lado el valor de la poesía de Tomás Illescas, escribo las siguientes líneas, por la inusitada oportunidad que he tenido con su obra, al leerla en tres medios distintos.
El primero fue la pantalla del ordenador, nada más descargarlo de la web donde se publicó. Fue incómodo y, a medida que avanzaba la lectura, la disfrutaba menos. Tengo la convicción de que los ordenadores son muy buenos instrumentos para crear y darle forma a un texto, pero no para leerlos. Además, la poesía estimula los sentidos y te invita a la reflexión, y, en esta circunstancia, solamente lo segundo es posible. A diferencia de los libros, en la lectura realizada en la pantalla de un ordenador uno se sienta con el cuerpo se echa hacia delante y no proporciona placer.
Probada la mala fortuna del PC, opté por introducir el poemario en un libro electrónico. Y, sí, esta vez, leí y releí con gusto el volumen. Me lo podía llevar conmigo a casi cualquier lugar y destacaba algunos versos que me gustaron:
Porque ni tú, ni yo, ni nadie
golpea más fuerte que la vida:
defiéndete de ella.
(Rocky)
Pero, finalmente, Tomás se decidió a realizar algunos ejemplares en papel y me entregó uno de ellos. Y no sé si es porque estoy habituado a ello o porque prefiero los libros, pero no hay comparación posible. Esta tercera lectura, en papel, me permitió valorar mejor la obra en conjunto, así como descubrir algunos poemas que no me gustaron en las dos anteriores ocasiones; también me ofreció pasar rápidamente de una página a otra para enlazar el mensaje y la estética de un poema con el de otro. A esto contribuyó, al igual que el e-book o libro electrónico y en claro contraste con la pantalla del ordenador, que me encontraba sentado y echando el cuerpo atrás, al respaldo del asiento, por lo que disfruté de la lectura.
No pretendo con este texto sino animar a la lectura, preferentemente en libros y en e-book; en estos tiempos difíciles, podemos obtenerlos gratuitamente, los primeros en las bibliotecas y los segundos en la red. Una de las conclusiones a las que se llega tras leer Emisión analógica es que hace unos veinte o treinta años la televisión se atribuía cuestiones educativas, morales y de entretenimiento, al igual que hoy; los que crecimos con aquella televisión del pasado nos estamos enfrentando ahora al «feo vicio/ de vivir», utilizando palabras de Tomás Illescas; con la televisión actual, ¿de qué modo se enfrentarán a la vida los que hoy crecen con ella? Por ello, mejor la lectura, sea en un ordenador o un libro electrónico o de papel.