Hoy 4-D, los andaluces tenemos la oportunidad de volver a alzar nuestra voz, potente y clara, como ya lo hicimos en 1.977, para así demostrar a unos y otros que están en un error.
Tenemos que demostrar que la Autonomía significa una mejor administración de los recursos públicos, más eficiencia, más cercanía a los ciudadanos, y que los responsables del despilfarro y la ineficacia tienen nombres y apellidos propios y no límites geográficos. Son personas concretas las que han fracasado y no el modelo de Estado. Son a ellas a las que hay que cambiar, y no el derecho al autogobierno. Afirmamos que la igualdad y la solidaridad entre los territorios es una de las grandes conquistas de nuestra democracia, frente a los privilegios y el egoísmo del pasado que hacían progresar a unos territorios en beneficio de otros.
Ese día 4 de Diciembre del 77, domingo, nuestro pueblo, recién salido de la dictadura franquista, sin un gran conocimiento de los procesos democráticos ni una clara conciencia política, salió a la calle de forma masiva. Fracturamos, sin ser del todo conscientes, el diseño que se había planteado de un Estado desigual. Los grandes grupos políticos tenían decidido que nuestro futuro sería un gran Estado democrático y dos territorios dotados de poder político y capacidad de ejercerlo: Cataluña y País Vasco.
Nuestro pueblo, ese 4 de diciembre, intuyó lo que se estaba fraguando y decidió salir a la calle para mostrar su desacuerdo. Asombramos a todos, sorprendimos a todos: hombres y mujeres que jamás habían acudido a una manifestación, hombres y mujeres que no sabían muy bien el significado de la bandera blanca y verde, hombres y mujeres que desconocían el significado y alcance de la Autonomía, salieron a la calle a romper con una ilimitada e histórica resignación. Se mezclaron los anhelos de libertad con la exigencia de igualdad de trato con otras comunidades. En suma, ese 4 de diciembre de 1977, el pueblo andaluz rechazó masivamente la discriminación a la que se pretendía someterlo. Sin saberlo, irrumpimos en la historia. Desvelamos y desenterramos un proyecto cuidadosamente ocultado por nuestra joven y ambiciosa clase política y así cambiamos el diseño previsto, y lo hicimos con la grandeza necesaria, llenando nuestros noventa mil kilómetros cuadrados de territorio de una exigencia de igualdad y de derecho. Fuimos y ejercimos de pueblo, de Pueblo Andaluz, de pueblo universal. Abanderamos la reivindicación de una Autonomía plena y en igualdad de condiciones y competencias que la de los autodenominados territorios históricos. Empujamos a nuestros representantes (no del todo convencidos) a lograr el máximo nivel de Autonomía, en el convencimiento de estar en nuestro derecho y en el convencimiento de que esto favorecería nuestro desarrollo y bienestar.
Han transcurrido treinta y seis años, estamos, en apariencia, muy cabreados, pero hemos olvidado el espíritu que nos llevó a las andaluces y andaluzas a tomar las calles ese 4 de diciembre de 1.977. Los problemas que aquejan a nuestra sociedad en nada se diferencia a los que padecían los hombres y mujeres del setenta y siete, estamos atravesando una grave situación económica y social, tenemos una tasa de paro del 36%, nuestras familias andaluzas están pasando por un verdadero drama económico y están en riesgo las conquistas sociales de las últimas décadas, que tantos sacrificios nos han costado.
En los últimos Presupuestos Generales del Estado, las inversiones vuelven a disminuir, a pesar de ser Andalucía donde más aumenta el paro, sin que el gobierno contemple un plan de empleo prioritario y específico para luchar con esta lacra, que está condenando a muchas familias andaluzas al paro y la marginalidad, mientras padece unas políticas de recortes injustas. Las alarmantes tasas de desempleo demuestran que es necesario un plan para defender Andalucía. Somos un territorio perjudicado y comprobamos, diariamente, como nuestros representantes no están siendo capaces de defender lo que nos corresponde.
Debemos recordar, mirando hacia atrás, que las políticas aplicadas en las últimas décadas a Andalucía no la han beneficiado, sino perjudicado con el paso del tiempo, tanto en la industrialización, las políticas agrarias, la fiscalidad, el reparto competencial...
Para los Andalucistas, conmemorar el 4 de diciembre de 1977 es un ejercicio de reconocimiento a quienes hicieron lo que tenían que hacer, lo hicieron con arrojo, con valentía, con franqueza. A nosotros, andaluces del 2.013, nos toca, ahora, responder.