CULTURA | Rincón Literario
“El viajero de todos los mundos”, de Francisco Segovia Ramos
Miércoles 8 de octubre de 2014 - 09:15
El viajero de todos los mundos (Irreverentes, 2014) es la última publicación del granadino Francisco José Segovia Ramos, que lo define como uno de los más interesantes autores españoles de misterio y de ciencia ficción, como bien demuestran los títulos Los sueños muertos (2013), Lo que cuentan las sombras (2010) y El aniversario (2007); así como el gran número de premios y menciones como el Primer Premio en el IV Certamen Internacional de novela de ciencia ficción «Alternis Mundi», Valencia, 2014; el Primer Premio en el XXVII Premio de Prosa de Moriles, Córdoba, 2014; el Primer Premio del I Premio Micromegas de Libros de Relatos de Ciencia Ficción, Ediciones Irreverentes, Madrid, 2013; el Primer Premio en el VII Premio Saigón de Microrrelato y de poesía, Lucena, 2012; y el Primer Premio en el XIV Certamen de Poesía «José Rodríguez Dumont», Órgiva, Granada, 2012; entre muchos otros.
El viajero de todos los mundos reúne más de treinta relatos de distinta temática, pero bajo el mismo cristal de la ciencia ficción. Destacan por su ingenio y calidad los que se basan en aspectos históricos y lleva sus efectos al futuro, como la guerra total que alude a Troya en «La luz roja», el hipotético futuro que critica políticamente la influencia actual de la Alemania de Angela Merkel en «Agenda oculta para fundar un imperio»; o el incidente del Maine en «¡Recordad el Maine!». En esta línea podemos incluir los de tema político y social, como el inteligente «Nivel 95», que no nos parece muy diferente a las condiciones de la vivienda de hoy; o «Los colonos de Etero», en la que el «nucle» es algo que nos sugiere el petróleo de hoy y el oro de antaño.
La literatura de Segovia Ramos se inspira también en la literatura. Hay reminiscencias bíblicas en varios relatos, como el ángel caído en «El límite del cielo», el Arca de Noé en «Un final alternativo a When worlds collide» o el mismísimo Jesucristo en «Según el plan previsto»; y, en especial, sugerentes alusiones a los maestros de ciencia ficción, cuyos personajes, aportaciones y, en definitiva, nombres se introducen en el relato con total familiaridad: H.G. Wells, Philip K. Dick o Isaac Asimov. Buen ejemplo de esto es lo que ocurre con las leyes de la robótica, de Campbell, que articulan varios relatos, entre los que citamos «Dos robots muy prácticos» y «El psicopositrónicoanalista». En este motivo de los androides, consideramos que Segovia Ramos aporta un sagaz «tour de force» en «Almas gemelas», en la que el amor y la soledad que envuelven al relato dan un doble giro inesperado para descubrir que nosotros mismos nos hubiéramos comportado como unos humanoides; esto mismo nos sucede en «Test de Morgan & Vorochilov», relacionado con un asesinato.
Fuera del carácter literario, Segovia Ramos tiende al pesimismo. Los relatos situados en el futuro ofrecen una visión negativa de los seres humanos y de su herencia, como el saberse traidor a la humanidad en «La gran pregunta» o el terror de negarse a evolucionar y la crueldad que esto exige en «Mutación inesperada». Este rasgo del pesimismo induce al lector a la reflexión, esconde una sutil crítica al mundo actual y concluye con la ausencia de la esperanza en el ser humano. No obstante, frente a ello, Segovia Ramos también se vale del humor, aunque en menos ocasiones, para llegar a la misma visión negativa de la humanidad; así leemos en «El comité de sabios» cómo unos elegidos se reúnen y debaten sobre lo obvio; o cómo los seres humanos son víctimas de su propia estupidez en «Ponga en su vida una mascota Kvin».
«Porque los sueños nunca cansan, ni se acaban», El viajero de todos los mundos es una obra literaria que pretende homenajear a los clásicos de la ciencia ficción y ofrecernos una visión crítica de hoy desde el mañana. Francisco Segovia Ramos nos da varias muestras de ello en la variedad temática que esconde los motivos de siempre (el amor, la muerte…), pero bajo la óptica de la ciencia ficción, con la que nos invita a entretenernos y, sobre todo, a reflexionar.