Rafael Fernández López
Miércoles 24 de diciembre de 2014 - 16:32
generica

Posiblemente el más laureado de los literatos prieguenses  (y por ende sin ningún recuerdo en su ciudad natal, lapida o busto que de fe de ellos) D. Carlos Valverde López nació el 11 de septiembre del 1856 en la renombrada calle Rio, se licenció en Derecho Civil y Canónigo por la Universidad de Granada en el 1883. Desde muy joven comenzó a escribir, su primera obra para la escena fue “Los huérfanos” (1873) a la que siguió “La muerte de Jesús” (1875) esta última escrita en octavas reales.

Entre los años de 1890-93 fue alcalde Priego, en el 1894 fue nombrado Presidente del Comité Liberal-Conservador de Priego, Diputado a Cortes por el Distrito de Priego, renunciado a su acta en favor de Juan de Dios Roldan, fijando su domicilio en Málaga, donde ejerció la abogacía,  compaginando su profesión con la literatura y la administración de sus tierras.
Hasta el 1914 de su abundante obra literaria cabe destacar el auto sacramental “La Pastorela” (1874) y los “Espúreos” (1896) en el 1901 publicó “Juicio crítico de Electra. Electromania” sobre el drama de Benito Pérez Galdós, obra que iba a ser representada por primera vez en toda Andalucía, en Priego, y que fue prohibida por el Obispo de Córdoba, por constituir la misma un duro alegato contra los poderes de la iglesia y contra las órdenes religiosas que la servían. En el 1911 salen a la luz sus “Poemas meridionales” en los cuales cantaba sus vivencias, principalmente por tierras cordobesas y malacitanas.
Además D. Carlos Valverde nos dejó su novela “Gaspar de Montellano” y sus “Memorias íntimas y populares” estas imprescindibles para conocer la historia popular prieguense de finales del siglo XIX y principios del XX. Participó a lo largo der su vida en numerosos juegos florales, siendo premiado en más de 40 ocasiones en concursos tanto a nivel nacional como internacional. En el 1915 fundó el segundo periódico local del cual se tienen noticias “Patria Chica.”
El Diario Córdoba el 24 de diciembre del 1814, publicaba en primera página “La Nochebuena del 1914” escrita en verso en la cual D. Carlos Valverde nos recrea, en la primera parte la celebración de dicha noche en el seno familiar, celebración en la que no podían faltar las zambombas, panderetas y un buen vino, junto con los villancicos y el baile.
En cuanto a la segunda parte, valiéndose del cura, nos indica un alegato contra la Gran Guerra que había comenzado el 28 de julio de 1914, como consecuencia de asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, guerra que duró hasta el  finales del 1918,  y en la cual intervinieron de una parte u otra el imperio alemán, Austria-Hungría, Reino Unido, Francia, Italia, Bulgaria Japón, Estados Unidos y el imperio otomano, en total se movilizaron más de 70 millones de  militares, de los cuales 60 fueron europeos, durante la misma sobrepasaron los 9 millones de combatientes los que murieron en el frente. Los cuatros jinetes del Apocalipsis se ensañaron en Europa, el caos, la muerte, el hambre, la devastación asolaron todo el continente. España se mantuvo neutral, aunque dividida entre germanofólicos y aliados.


LA NOCHEBUENA DEL 1914. DIARIO DE CÓRDOBA 24 DE DICIEMBRE DEL 1914

-Arriba, muchachos;
Arriba, mozuelas,
Que el sol ya se puso;
Que ya es Nochebuena.
Coger las zambombas,
Tomar las panderas,
 Y al Niño divino
Rindámosle fiesta.
Verter en las jarras
El plácido néctar
Que cuenta más años
Que tiene la abuela
Un vino que enciende
La sangre en las venas,
Que todo lo encanta
Que todo lo alegra;
Un vino que goza
La mar de influencias
Y aquel que lo bebe
 Le da gloria eterna
¿Llenasteis las jarras?
Pues ¡duro con ellas!
Arriba Carlillos;
Al pecho Lorenza
Y a mí ¿Quién me brinda?
¡Por mi vida de gestas!
Más veo que su jarra
Me da Maricuela;
Que Dios te lo pague
Por linda y por buena
¡Allá va por todos!
Dejarme que beba
¡Ole! ¡Sunsun corda!
O “curda” que es letra
De más o menos
Quien marra, no peca.
Donoso es el vino
Que vino de perlas
En noche tan grande
Como es Nochebuena.
Más ya que bebimos,
Comience la fiesta
Y dure hasta el día
La broma y la juerga.
Tocar las zambombas
Zumbad las panderas.
Mover los palillos
Que repiquetean,
Y rompa la música
 Y el baile con ella
ue a mí de alegría
Me bailan las piernas
Mas ¡calla! Que el cura
Salió de la iglesia
 Y aquí se dirige;
No hay duda ¡ya llega!
¡A ver…! Una jarra,
 Las que hay más llena,
Y dársela al padre,
¡Que beba! ¡Que beba!

-En el alma agradezco, hijos míos,
Vuestra fina atención; yo no bebo,
Pero, en cambio, escúchame una plática,
 Y seguid, si gustáis, un consejo.
Esta noche, la más memorable
Que en sus alas trajeron los tiempos,
Siempre fue de alegría y de fiesta,
Siempre fue de bullicio y contento.
¡Fue la noche en que Dios vino al mundo!
¡Fue la noche en que Dios se hizo nuestro!,
Fue la noche, la clásica noche
Del amor, de la paz, del consuelo.
Tal fue siempre, más ¡ay! este año
(Pena da y hasta horror el creerlo)
Este año…, no habrá Nochebuena;
¡Noche mala los hombres la hicieron!
Dominó la soberbia sus almas,
Encarnó la codicia en sus pechos
Y el insano volcán de la ira
Reventó terrorífico en ellos.
En innumerables rudas falanges,
Se lanzaron los vastos imperios
Contra sí; campo es hoy de batalla
Todo el gran continente europeo
Y se lucha, y se mata, y se muere
En la tierra, en el mar, y en el viento.
Tintos corren de sangre los ríos,
Rebozando de heridos y enfermos,
Las ciudades están; y los campos
No son campos, que son cementerios
De viudas y huérfanos tristes
La espantosa legión va creciendo
Y no hay brazo que labren la tierra
Ni talleres que tengan obreros.
Todo es muerte, estrago y ruina…
Institutos, palacios, museos,
Bibliotecas, asilos, hogares,
Son montones de escombros inmensos.
¡Y los templos de Dios se desploman
Al empuje brutal del incendio!
Y… ¿sabéis invocando su nombre
Se consuma este crimen horrendo?
¡En el nombre de Dios ¡ ¡qué sarcasmo!
¡En el nombre de Dios hacen esto!
Cuando sea de maitines la hora
Esta noche, y el santo Evangelio
Repitiendo la voz de los ángeles
Canten “Gloria in altissimis Deo
Et in terra pax omnes hominibus!
¡Cómo debe reírse el infierno!
Pero no se reirá de vosotros,
No, hijos míos, vosotros sois buenos,
Temerosos de Dios, observantes
De su excelente doctrina, y por serlo
Mientras esos que son malos hijos
Pisotean sus divinos preceptos,
Acatándolos fieles vosotros
Seguiréis en mi pos hacia el templo.
Si, seguidme, dad tregua al bullicio,
Queden música y baile en suspenso
Que no debe reinar la alegría
Cuando todo el mundo está de duelo.
Otras noches vendrán…que sean “buenas”
Esta noche es de luto; recemos
¡Porque Dios ilumine a los vivos!
¡Porque Dios dé gloria a los muertos!
¡Porque torne la paz a la tierra!
“Padre nuestro que estas en los cielos…”

Carlos Valverde.

 


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