Lo que está pasando en educación es muy triste y alarmante. La actual circunstancia de la pandemia provocada por la Covid-19 representa para toda la comunidad educativa un verdadero desafío, pero especialmente para nuestros hijos.
¿Está el sistema educativo dando respuesta a esta situación?
La respuesta curricular es lo único que se está regulando permanentemente y con grandes dificultades, pero ¿está teniendo en cuenta que nuestra función docente se define como formadores de personas integrales?
Esa parte, a mi juicio, es la que siempre ha flaqueado, y es ahora cuando cobra la mayor importancia.
En el ámbito familiar y educativo, si queremos preparar a nuestros hijos y alumnado a superar lo que se nos viene encima, se nos impone la necesidad de dotarlos de herramientas como la resiliencia emocional ante la posible situación de confinamiento e, incluso, de enfermedad, la responsabilidad y autonomía, la capacidad de aprender por sí mismos en un contexto en el que la respuesta educativa no puede ser la habitual, y a encontrar la luz y la alegría incluso en estas penosas circunstancias.
Creo que las causas son muchas: falta de previsión, de medios, de coordinación y responsabilidad entre Sanidad y Educación, más la parte de la que nunca se habla y que desde mi perspectiva es fundamental: la autonomía personal, la responsabilidad y las herramientas emocionales.
El desarrollo de estos aspectos comienza en la más tierna infancia y tiene que abordarse en el núcleo familiar y escolar.
Es en este punto donde quiero poner el acento, en las familias y en un sistema educativo, que no se ha encargado de formar hijos/as y alumnos/as conscientes, responsables y autónomos.
Hay muchos factores que analizar detrás de todo esto y, por ello, hago un llamamiento a los entornos familiares para que escuchen las necesidades de esta franja de la sociedad, y a la comunidad educativa en su conjunto para que priorice la oferta de herramientas para afrontar esto con ayudas emocionales, de tal forma que nuestros hijos/as y alumnos/as se sitúen en esta realidad de forma segura para su salud mental, responsable y comprometida con su futuro.
No muchos de nuestros padres y madres podían acceder a formación académica, pero muchos de ellos lo hacían por libre y no por ello estaban peor formados.La diferencia radica en que estaban más maduros y eran más conscientes de sus decisiones y sus consecuencias.
Esa es la respuesta prioritaria que hay que dar desde el ámbito familiar y educativo.
- Tomar conciencia de que la enfermedad nos rodea y de que, si nos llega, tendremos que ser responsables, serios y colaboradores para poder superarla.
- Que, aunque la realidad educativa ha cambiado y día a día intenta responder a las deficiencias que surgen, les ha tocado demostrar si apuestan de manera consciente y responsable por su formación y su futuro.
Ha llegado el momento de comprometerse con ellos mismos. La piedra está sobre su tejado y la responsabilidad de poner correctamente los ladrillos de su formación es fundamentalmente suya.
- Trabajando desde el corazón y apoyándolos emocionalmente para hacer un cambio fundamental en sus vidas. La toma de conciencia de lo que son y lo que quieren y comprometerse con ello. Que la evasión no es la solución y que los atajos muchas veces te conducen a callejones sin salida.
Eso nadie se lo ha enseñado y ahora se les exige porque es necesario.
Pues, entonces, dediquemos un tiempo a dar esas herramientas, aunque haya que aparcar momentáneamente el curriculum.
Como docente, esta es mi impresión, y lucho por intentar coordinar esto con el aprendizaje. Siento que formo personas, que no soy exclusivamente transmisora de conocimientos.
Ahí está la brecha educativa fundamental, que no es la tecnológica ni otra muchas de las que se habla sin llegar al núcleo del problema.
Tenemos como padres y madres y docentes un gran trabajo por delante, y es priorizar a la persona frente al curriculum para poder tener alumnado e hijos conscientes y comprometidos. Eso les hará más felices y autónomos. Eso hará posible todo lo demás, y es lo que verdaderamente está en nuestras manos.