Estoy aquí entre mis plantas.
Estoy aquí evocando el 30 de Mayo de mi adolescencia, aquellos maravillosos años.
Día de San Fernando, patrón de mi Escuela-Hogar de Cabra y fiesta grande para las cien niñas que habitábamos en aquella vieja pero entrañable casa.
Banderitas en el patio, carreras de cintas, de sacos, de disfraces, cucañas, tómbola, exhibición de gimnasia…y gigantes y cabezudos.
Gigante me sentía yo cuando me miraban los ojos del niño que me gustaba y, cabezuda? Seguramente, si no me sentía cabezuda en aquel entonces, es que estaba predestinada a serlo, no por inteligente ni mucho menos, mas bien por testaruda e impulsiva. Aunque de lo impulsivo más bien culpo a mi corazón, si bien muchas veces me pregunto si esas dos partes principales de mi anatomía no estarán más dañadas de lo que yo misma creo.
¡Cuánto ha llovido ya!
Bueno, pero estoy aquí y doy gracias a Dios por ello, porque podía no estarlo.
Mi compañera, la radio, informa hoy, como todos los días, de las personas muertas por una u otra causa y siento pena, sobre todo por los niños, mas que nadie me duelen los niños, siempre inocentes.
La añoranza, las noticias, la pésima salud…todo me hace reflexionar profundamente. Un día (cuando sea) me iré para siempre y quiero que para entonces esté todo en orden. Así que estoy reconstruyendo mi pequeño jardín botánico.
Amiga virtual de este periódico, ramgelipa, gracias por tus palabras de admiración y de ánimo que leí hace ya meses, los mismos de mi último artículo. Gracias como digo, pero no soy un ejemplo para nadie, ya me gustaría!. Soy una persona con muchos defectos que intenta mejorar cada día. Me equivoco y corrijo, me caigo y me levanto, amo, sufro y, sobre todo, lucho y lucho por los míos y para los míos, o lo que es lo mismo, los que me quieren y a los que quiero. Vamos, como todo el mundo.
Mi cabeza (tal vez ya sí cabezuda) me sermonea constantemente y me pone en dudas, en serias dudas, y me indigno conmigo misma por ello. Escucho al corazón y me traiciona. ¡vaya lío!
Afortunadamente, nos precedieron sabios y pensadores que nos dejaron frases, citas, refranes y reflexiones a las que podemos recurrir cuando se nos bloquea la mente y nos inmoviliza. Yo lo hago y me digo:
“La mejor forma de justicia es la indulgencia”
“Prefiero sufrir una injusticia antes que causarla”
También Jesús dijo que debíamos perdonar “no siete veces, sino setenta veces siete”.
Así pues y a riesgo de parecer una majareta (o es que tal vez lo sea) y mareada en mi propio laberinto, dejo que mis pasos me lleven a lo que tengo apego y donde siento paz y ese lugar no es otro que mi pequeño jardín botánico, en donde pienso permanecer hasta el final de mis días.