El cantante Lenny Kravitz lo tiene claro: “Ante esta avalancha de negatividad yo prefiero ser optimista”. Después de haber leído un par de veces, en un periódico local la noticia de la muerte de dos jóvenes, con su casi estrenada vida, al ingerir durante horas un mejunje hecho a base de estramonio en una “rave” -fiesta clandestina- celebrada en un casucho abandonado de Getafe (MADRID). Mientras tanto, parece ser que la última moda es ingerir alcohol con un inhalador de plástico, el tal chupito aspirado se llama “oxyshot”.
Frente a las manadas de extranjeros que en Lloret de Mar se hacinan en la calle dedicándose a beber hasta alcanzar una circulación tambaleante, y que a pesar de todo lo cuentan delante de las cámaras orgullosos desinhibidos, (¡vamos!, contentos de su heroicidad). Pues eso, creo que Lenny ha puesto el dedo en la llaga.
Empiezo con esto, porque este verano he tenido la oportunidad de primera mano de conocer otra realidad, otra juventud, otro punto de vista que muchos han intentado ensuciar con gritos, empujones e insultos. Mientras, otros respondían con sus blancas manos alzadas. Los JMJ -así los han llamado- a la gran marea de multiculturalidad y color de banderas, que ha pasado por nuestro país en estos últimos días. Un tsunami de fe que vino de Italia, pasando por Andalucía hasta llegar a MADRID y que dejó por unos días un pedacito de Italia, aquí en mi pueblo y en mi casa a dos italianos con un salero más andaluz que italiano.
Y ya que entramos en el terreno de las confidencias os diré que al principio estuve recelosa de acoger en mi casa a dos jóvenes. Fue una amiga la que me puso en antecedentes y a la cual, desde estas líneas le agradezco que pensara en mí. Ella con su ofrecimiento ha hecho que cambie mi visión un tanto pueril sobre este tema. Son tantos los mensajes que inciden en la fragilidad del sistema, que parece que las cosas que tenemos delante de las narices no existen. Por eso yo prefiero ser optimista, efectivamente, lo del famoso vaso, o lo ves medio lleno o medio vacío.
Lástima que no se pudiera notar la sacudida interior de muchos de nosotros al ver las iglesias llenas de jóvenes y su entusiasmo, inusitado para mí, todo hay que decirlo. La fascinación que sintieron por la canción de Jesús Cabello “JESUSITO DE MI VIDA”, (una nana muy popular que me cantaba mi madre todos los días al acostarme).Y que tatarearon durante días. Como en Lucena, cantaban sus canciones todos juntos unas veces en polaco y otras en italiano, para mi sorpresa y sin ningún tipo de rivalidad. Lo de comunicarme con ellos, era punto pendiente para mí, yo con mi castellano-andaluz y ellos con su italiano, aunque finalmente, la verdad, no nos comunicamos nada mal. Hubo que hacer un esfuerzo por ambas partes para entender y hacer entender nuestro peculiar sentido del humor, que ellos aguantaron, unas veces con risas y otras con cara de asombro. Mi verborrea disminuyó debido a mi falta de italiano, pero observé -y observé mucho- a aquellos jóvenes, que durmieron poco, oraron mucho, comieron con entusiasmo de probar cosas diferentes y nos observaron a su vez atentamente cuando les hablábamos.
Y los jóvenes respondieron, ¡vaya si respondieron!, preparándose con anterioridad, sorteando las dificultades propias, permisos de trabajo, escasez de dinero, horas de estudio...
Yo creo que el PAPA también les respondió como ellos esperaban. Conectó muy bien con ellos, puso el listón muy alto y les habló con valentía, les animó a pensar, a reflexionar, a interiorizar su vida, a planteársela con alegría de vivir su juventud con responsabilidad y a ser generosos. Cuando lo que resalta en el ambiente no es precisamente el amor a Dios. Ellos no huyeron, aguantando el calor enorme y el chaparrón inesperado Se llevaron el mejor de los mensajes: “Sentiros responsables de ayudar a tantos jóvenes, para que no se dejen seducir por las falsas promesas de un estilo de vida individualista, ese corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo”.Quiero ser optimista, una seguidora de Lenny. Mi experiencia como la de muchas familias de acogida ha sido enriquecedora a nivel humano, intensa emocionalmente, espero que algún día vuelvan a mi casa, por el simple hecho de volver, de compartir tiempo y espacio.
En agradecimiento a ese pedacito de Italia que pasó por mi casa, os felicito chicos (Dario y Davide), por la lección aprendida. QUERER MUEVE Y DETIENE MUNDOS.