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La caza del elefante
Martes 17 de abril de 2012 - 09:08
En las clases de historia de nuestros años de estudiante nos sorprendió el hecho de la travesía de los Alpes del general cartaginés Aníbal, con un gran ejército donde había un buen conjunto de elefantes, que usó como fuerza de choque, a modo de tanques modernos, en la guerra, llamada púnica, declarada a Roma, consiguiendo importante victorias en Tesino, Trevia, Trasimeno y Cannas, hasta el punto de llegar hasta las mismas puertas de la ciudad de Roma, que finalmente no tomó.
Por aquellos años del siglo pasado, también se hizo famoso el elefante Jumbo, después en dibujos animados, creado por la industria cinematográfica americana. A todo esto se unió la visión de algún grupo de elefantes que vimos en los zoos o en los circos que llegaban por la feria de septiembre que nos hacían gigantescas monerías. Como animal de leyenda, y por su esplendoroso volumen, su tranquilidad, sus colmillos tan codiciados, y su larga trompa es un animal al que siempre se le tiene admiración y cariño. Su escasa ferocidad y mansedumbre son cualidades que han facilitado su domesticación y utilización en diversos trabajos en países del área asiática.
Eso hasta hoy, ya que en nuestra historia nacional, el elefante se ha convertido este 14 de abril, —aniversario de la proclamación de la II República Española— en causa y motivo político de una magnitud tal que está provocando una grave crisis de Estado y sobre todo de credibilidad de la Casa Real Española. Aunque resaltamos que no es el elefante, sino su caza y muerte, o más bien, el cazador que va tras él, lo que ha producido el trance cuyas consecuencias están todavía por venir. Y por lo que se atisba bastante graves para el país que está viendo como una de sus instituciones más sagradas se están deteriorando a pasos agigantados.
Salta a los medios de comunicación la noticia de la quebradura de la cadera de nuestro Rey, cuando, estando en Butsuana, país del sur de África se levantó de madrugada para iniciar una caza del elefante, tropezó con un escalón, con tan mala suerte que se fracturó una cadera. Un avión particular lo volvió a España, donde es operado rápidamente, sin tener que hacer ninguna lista de espera.
El suceso sorprende a la opinión pública. Nadie sabía está escapada particular. Las declaraciones del Gobierno son contradictorias. Que lo sabían. Que no sabían nada hasta que se produjo el suceso. La prensa airea una foto comprometida que está haciendo mucho daño y comenta que sólo el permiso de caza supera los 30.000 euros a lo que hay que añadir los gastos del acompañamiento de todo el cortejo. Toda una fortuna para divertirse al modo del antiguo régimen, que se toma como una ofensa a un pueblo con más de cinco millones de parados y los que no están, cada día ven disminuidos sus ingresos con impuestos de todas clases, subidas de artículos y merma de su nivel de vida. Para más contraste, las declaraciones del Rey, y discursos oficiales dirigidos a la nación, resaltan la crisis que hay que atajar y su preocupación por el paro, la situación económica y financiera y el desempleo de tantos jóvenes bien preparados, hasta el punto de que le quitaba el sueño. Esto de dientes para fuera, porque a continuación prepara escopetas y rifles, munición y salacot y se marcha a matar elefantes como si se tratara de conejos de nuestra campiña.
España a Juan Carlos I le debe mucho por habernos dado la actual democracia y el período de estabilidad más largo de nuestra historia moderna. Pero ahora le aplican el refrán "hazme ciento, niégame una y no me has hecho ninguna". Buena se ha liado en las tertulias televisivas, prensa y declaraciones de los políticos, en general muy poco agresivos, si bien, algunos le tachan de falta de ética y de moralidad, llegando en ocasiones a pedirle la abdicación. Han resaltado hasta la saciedad la boda del príncipe con una divorciada a quien acusan de anoréxica; el divorcio de su hija Elena; la irresponsabilidad del ex marido de ésta al dejarle a su hijo menor Froilán una escopeta con la que se ha herido en una pierna que también está hospitalizado estos días; el caso de su yerno Urdangarín y los tejemanejes económicos en la fundación Noos con el beneplácito de su esposa; y la quiebra del matrimonio del Rey y la Reina. Todo para un buen argumento de novela.
El asunto se agrava hoy con la pérdida de autoridad moral del Jefe de Estado. Tema de suma importancia cuando esta persona es estampa en la que hay que mirarse y por la que hay que regirse. Si la ética se pierde, el personaje no puede marcar el rumbo, y sin éste el viaje se hace imposible.
El pueblo como siempre, se refugia en la filosofía de nuestras abuelas y anda por las tertulias recordando los dichos que aprendieron antes de la aparición de internet queriendo retratar el delicado momento que vivimos: "esto es la caraba", "quedarse en cuatro", "aquí morirá Sansón con todos los filisteos", "albarda sobre albarda". Por otra calle se oyen otros como "la casa de tócame Roque", "vade retro", "lo que faltaba para el duro", "la corte de los milagros". Los más religiosos exclaman: "Dios nos coja confesados". Por mi amor el tema yo recuerdo aquel que dice "así se escribe la historia". Y en eso estoy hasta que una voz en la calle me despierta con el grito: "apaga y vámonos".