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Pandueca o Panduerca, he aquí la cuestión
Miércoles 9 de agosto de 2017 - 18:39
En los últimos años de la década de los cuarenta, cuando era casi un párvulo, un grupo de jóvenes de Priego, con los que estaba mi hermano José Tomás, y que vivían todos en la Huerta Palacio, organizaron un partido de fútbol amistoso con otro grupo de Carcabuey.
El desplazamiento se realizó en una desvencijada camioneta que, hacía sonar sus huesos, más que rodar, que era lo suyo. Excepto el chófer y su acompañante, que iban sentados en la cabina, todos los ilusionados jugadores viajaban en el cajón de pie, y su única comodidad consistía en agarrarse en las puertas barandas del cajón o chocar unos con otros para no salir despedidos en las numerosas y cerradas curvas de la carretera.
Yo asistí como mascota ayudante y mi misión, aparte de ser público a su favor, consistió en guardar su ropa al mismo tiempo que veía el partido, pues el terreno de juego era una pequeña llanura de un olivar donde se habían instalado unos álamos que hacían de portería. Las incidencias del juego no las recuerdo, pero la victoria, merecida, fue para nuestros colores, que no eran ningunos porque jugar con una equipación como las que ahora existen era imposible o casi extraterrestre.
¿A qué cuento viene todo esto? A lo que sucedió después. Cuando viajábamos de vuelta, me acuerdo que cantando una canción que empezaba: Al sol le llaman Lorenzo, renzo; y a la luna, luna, Catalina, lina, en la tortuosa cuesta de Carcabuey, se nos vino encima de pronto una lluvia de piedras revueltas con frases ofensivas; una de estas frases era: Al agua la Pandueca. Nuestra defensa consistió en agazaparnos en el cajón, cubiertos con las manos, esperar que el camión se alejara y gritar con rabia: Al olivo, que te azuzo el mono.
Estos piropos eran frecuentes entre los habitantes de las dos poblaciones. Al agua la Pandueca era una frase que nos decían por toda la comarca a los nacidos en Priego con intención de agraviar. No sé si lo conseguían. Entonces era muy pequeño para evaluar la magnitud de la afrenta. Pero por qué nos decían la pandueca. La verdad es que el origen de la frase, nadie lo sabe por ahora, ni tampoco el motivo exacto en que se basa. Pocos documentos recogen cómo nacen los improperios. La tradición la sitúa en la fuente que existía en la Plaza de la Constitución, hoy de Andalucía.
El origen y significado del lexema panduerca no viene en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Para nuestros eruditos lingüistas la palabra no existe. Igual sucede en el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana de Corominas y en el Diccionario del uso del español, de María Moliner. Sin embargo, estos diccionarios sí recogen un sinónimo de panduerca: pandorga. Palabra de principios del siglo XVII -copio casi al pie de la letra- que significaba serenata ruidosa y desconcertada que parece derivada de un verbo, pandorgar, dar una serenata; palabra procedente del latín vulgar pandoricare, derivado de pandorium, bandurria, pandero. La evolución semántica continuó, y de significar serenata, pasó a ser instrumento para darla a lo largo del siglo XVII, y en especial zambomba", y de aquí, por comparación de forma, también con la misma bandurria, a mujer ventruda, mujer gorda, y panza.
En el año 1930, Antonio Alcalá Venceslada, recoge en su documentado Vocabulario Andaluz, la voz panduerca (único diccionario que poseemos donde venga, pues no aparece ni siquiera en el Vocabulario popular malagueño, de Juan Cepas), y usada como sinónimo de pandorga, mujer simple y floja en sus acciones. Observamos pues un cambio de significación, de mujer gorda a mujer floja.
Por otra parte, el lexema pandueco, sin la "r" de panduerco podría proceder de pandero, sinónimo de pandorga. En efecto, pandero procede probablemente del latín tardío pandorius, especie de laúd de cuerdas, que también se aplicó a otros ins¬trumentos musicales. "Pandorius, evolucionó a panduero y pandero De pandero a pandueco, también existe, otra vez, de diferencia una dichosa “r".
Por lo expuesto anteriormente, la misma autoridad académica tiene el lexema "panduerca" y "pandueca", es decir, ninguna autoridad, puesto que la Real Academia, como acabamos de ver más arriba, no las admite. Pero la Real Academia como tribunal supremo de la lengua es una cosa, y el pueblo creador soberano, otra muy distinta.
Volviendo otra vez a mi infancia, que pasé en la Huerta Palacio, recuerdo que jugaba en el huerto Rondel donde edificaron las tristemente famosas "Casas baratas". Muchísimos años más tarde, cuando las casas estaban derruidas leí en un acta que el huerto se llamaba Redondel. Pero las actas, como acuerdo de unos pocos son una cosa, y las transformaciones creativas del pueblo otra cosa muy distinta.
Afortunadamente no hay un congreso, que estaría formado por abogados y otros eruditos, donde se aprueben las palabras para que el pueblo las use o no, igual que se hace con las leyes. Por otro lado, aparte de aluvión de palabras técnicas que se nos ha echado encina, es el pueblo el que crea las palabras, y la Academia, en su momento, se limita a recogerlas.
Nuestro pueblo ha sabido crear palabra como rincoros, y esta de pandueca que comentamos. Por esta razón Francisco Fernández Pareja, en su excelente obra Vocabulario de Priego y su comarca, recoge la voz del pueblo, como debe ser, y nos dice que pandueco-a, es adjetivo con el significado de lento, pesado. Como hemos ido viendo, algunos han sido los cambios semánticos: gorda, floja, lenta y pesada.
Cuando en el verano de 1985 decidimos constituirnos en Asociación en defensa del patrimonio prieguense, lo primero que se nos planteó para resolver fue su denominación. Surgieron muchísimas ideas. Se propusieron nombres tales como Lozano Sidro, Pedrajas, Remigio del Mármol, Álvarez Cubero y otros insignes hombres, casi todos hijos del pueblo, así como el de Pandueca, recordado por Luis Alcalá-Zamora. No resultó fácil la elección, puesto que necesitamos dos reuniones, y, finalmente, se puso a votación y fue aprobado el nombre de LA PANDUECA; porque considerábamos que: como los osos panda, la palabra de marras estaba en peligro de extinción; el pueblo, con su autoridad había usado siempre pandueca y no panduerca; y, sobre todo, porque fue nuestro deseo y ganas.
Algunos eruditos a la violeta han puesto “peros” al nombre de PANDUECA, afirmando que es panduerca, (colocando la "r" a la palabra subrayada se ven claras sus intenciones). También ha habido otras personas honestas que se han congratulado al ver que unos prieguenses se preocupan de su patrimonio sin intereses particulares. Así que, si hay alguien que quiera llamarse Panduerca, por aquello de la falta de ortografía, no le quitamos el gusto. Nosotros seguiremos usando el roman paladino del pueblo y nos llamaremos PANDUECOS.
Cada uno a lo suyo.