Representantes de la Corporación y la asociación Malva en el acto celebrado hoy. (Foto: R. Cobo)

Hablar de salud mental es hablar de dolor, pero también de amor. Del dolor que a menudo se esconde tras el silencio, y del amor que sostiene, acompaña y cura. La salud mental no es un asunto individual, es un reto colectivo que nos interpela como sociedad, como familias y como instituciones.

En Priego, muchas personas y familias han recorrido ese camino difícil, el de buscar ayuda, el de levantarse una y otra vez. En ese proceso, la labor de asociaciones como Malva es fundamental. Su trabajo diario, su escucha cercana y su compromiso con las personas que sufren hacen de nuestra ciudad un lugar más humano, más empático y más fuerte.

La salud mental requiere recursos, pero sobre todo requiere comprensión. Requiere que aprendamos a mirar al otro sin prejuicios, que sepamos tender la mano sin miedo, y que recordemos siempre que nadie debe enfrentarse solo a su dolor.

Hoy, en el Día Mundial de la Salud Mental, quiero reconocer la fuerza de quienes luchan cada día, el apoyo incondicional de sus familias y amigos, y la labor imprescindible de quienes, como la asociación Malva, convierten la ayuda en esperanza.

Porque en Priego, frente al dolor, también hay amor, comunidad y vida.

Porque, aunque a veces cueste creerlo, no estamos solos.

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