CULTURA | Artes escénicas
“Piedra, Papel o Tijera”: cuando el cine se atreve a mirar de frente a la eutanasia
El Teatro Victoria acogió este jueves la proyección del cortometraje rodado en Priego de Córdoba, con la presencia de su director, el guionista y dos de sus actrices principales
Viernes 14 de noviembre de 2025 - 08:37
La eutanasia es legal en España desde hace apenas tres años, pero sigue entrando en muchas salas con la misma incomodidad con la que se habla de ella en la calle: con silencios, rodeos y resistencias. En ese territorio incómodo se sitúa el cortometraje “Piedra, Papel o Tijera”, rodado en Priego de Córdoba y en la aldea de Las Lagunillas, y convertido ya en un pequeño fenómeno festivalero —más de 70 selecciones y 20 premios, además de su candidatura a los Premios Carmen—.
Pero más allá del palmarés, lo que distingue a esta obra es el compromiso explícito de su director, el lucentino Miguel Ángel Olivares; su guionista Nach Solís; y dos de sus actrices principales, Cuca Escribano y Saida Benzal, con un tema duro y todavía tabú: el derecho a una muerte digna.
Un corto que elige la incomodidad en tiempos de evasión
En la presentación del film este jueves en Priego de Córdoba, el propio alcalde Juan Ramón Valdivia avisaba al público sin querer hacer spoilers: no es un corto que deje “una gran sensación” al terminar. No porque no funcione como obra, sino precisamente porque lo hace: el debate ético que plantea “es intenso” y remueve.
En la comparecencia ante los medios antes de la proyección Miguel Ángel Olivares, lo resumía así: “No es un corto que tenga un giro, pero sí es un corto con mucha fuerza y con un final muy potente. Creo que hay gente que necesita verlo, que crea en él y que se sienta un poco identificada con los personajes”. No hay concesiones al confort emocional: el equipo asume que abordar la eutanasia exige incomodar, abrir grietas en la coraza de la indiferencia y situar al espectador ante una pregunta: ¿cómo queremos que sea el final de la vida?
El guionista: escribir sobre dignidad cuando nadie quería escuchar
La decisión de colocar la eutanasia en el centro no fue casual ni oportunista. Nace de una inquietud personal de su guionista, que confiesa que escribió “Piedra, Papel o Tijera” con la intención clara de hablar de “la dignidad al final de la vida”. Su experiencia personal tras la muerte de una amiga de tan solo 38 años y afectada por un cáncer, fue el punto de partida de su guion.
“Tenía ganas de escribir una historia sobre la dignidad al final de la vida, concretamente sobre la eutanasia, y yo pensaba que no iba a interesar a nadie, teniendo en cuenta que es legal en España desde hace tres años”, explicaba Nach Solís. La realidad le devolvió una paradoja incómoda: el cortometraje triunfa en festivales, pero al mismo tiempo hay comités que lo descartan precisamente por su temática. “Nos hemos dado cuenta de que suscita bastante incomodidad. Hay sitios donde jurados o comités seleccionadores lo han echado atrás por el tema. Eso significa que no me equivoqué: si hay gente a la que le produce incomodidad, es que es un tema que está a pie de calle y del que hay que hablar y visibilizar”.
En sus palabras se condensa una idea central: el cine no solo refleja debates ya asumidos, también se adelanta a ellos, los provoca, los empuja. Y en este caso, la incomodidad es la medida de la necesidad.
Actrices que asumen el deber de dar voz al sufrimiento silenciado
Las actrices principales del corto —entre ellas Cuca Escribano y Saida Benzal, presentes en el Teatro Victoria— subrayan esa responsabilidad. “Creo que es un debate que está en la sociedad, y los artistas tenemos el deber de ser reflejo y de hablar de lo que ocurre, nos guste más o menos, opinemos lo que opinemos”, señaló Escribano.
Saida Benzal destacó la dimensión humana del rodaje: un equipo reunido “en medio de la nada”, en la casa de Los Petronilos en Las Lagunillas, generando un ambiente íntimo y casi familiar que ayudó a sostener la dureza de la historia. “Era un ambiente muy especial… Se generó una intimidad y una energía muy especial. No tuvimos que forzar nada, nos vino dado”. Ese clima de confianza interna contrasta con la tensión que atraviesa el relato, y permite que las actrices afronten personajes que encarnan dilemas morales, miedo, amor y compasión en el límite.
La eutanasia: ley aprobada, debate pendiente
La eutanasia es legal en España, pero la normalización social del derecho a una muerte digna va muy por detrás de la legislación. La ley no borra de un plumazo los miedos, las creencias religiosas, los condicionantes culturales ni los tabúes familiares que rodean el final de la vida. Muchas personas que sufren siguen viviendo su deseo de adelantar la muerte en silencio, por miedo al juicio social o a incomodar a quienes las rodean.
En este contexto, que un cortometraje ponga la eutanasia en el centro del relato, sin convertirla en mero pretexto argumental, implica asumir riesgos. “Al final hablamos de personas que sufren el silencio, a las que hay que dar voz”, insiste el guionista. Su afirmación enlaza con un déficit habitual en el debate público: casi siempre se habla sobre la eutanasia, pero pocas veces se escucha a quienes viven en primera persona ese deseo o a las familias que acompañan procesos de extremo sufrimiento.
El cine puede cubrir parte de ese vacío, ofreciendo rostros, voces y emociones donde el discurso político o mediático tiende a la abstracción. “Piedra, Papel o Tijera” no sustituye al debate jurídico ni ético, pero contribuye a humanizarlo. Su mérito no reside solo en atreverse a nombrar la eutanasia, sino en hacerlo desde la dignidad de los personajes, evitando el morbo y el sentimentalismo fácil.
Priego de Córdoba como escenario y cómplice cultural
La elección de Priego de Córdoba y de la aldea de Las Lagunillas no es un simple capricho estético. El rodaje en el cortijo de Los Petronilos, apoyado por la Priego Film Office desde el ayuntamiento, sitúa este compromiso artístico en un territorio concreto, que en los últimos años ha decidido apostar por el audiovisual como motor cultural y económico, después de su puesta en funcionamiento hace ya más de veinte años.
“Cada vez son más los directores, guionistas y productores que deciden venir a Priego de Córdoba a grabar. Priego es algo más que un lugar bonito: puede ser ese plató donde volcar sus ideas”, apuntaba el alcalde, agradeciendo la presencia del equipo. El hecho de que un cortometraje sobre la eutanasia se integre en esta línea de trabajo municipal refuerza la idea de una cultura que no solo embellece el territorio, sino que lo hace pensar. Y a eso, sin duda hay que añadir la proyección exterior del municipio, y una inyección económica que va a parar en su mayoría a pequeños comercios y a la hostelería.
En palabras de una de las actrices, apostar por la cultura “es apostar por la economía, pero no solo por la economía, sino por el engrandecimiento espiritual de las personas y del propio pueblo”. En esa frase se condensa una visión de la cultura como bien público que va más allá del entretenimiento.
El cine como espacio para lo que no se quiere decir en voz alta
“Piedra, Papel o Tijera” se inscribe en una tradición de cine social que entiende el séptimo arte como una herramienta para poner en escena aquello que buena parte de la sociedad prefiere mantener fuera de campo. Lo hace sin panfletos ni respuestas cerradas, pero con una convicción clara: hay temas —como la eutanasia— que solo se pueden abordar si se acepta que no habrá unanimidad.
El cortometraje, su director, su guionista y sus actrices asumen que su papel no es dictar sentencia, sino abrir preguntas: ¿quién decide cuándo una vida deja de ser digna de ser vivida? ¿Qué lugar ocupan el dolor, el amor y la autonomía de la persona en esa decisión? ¿Estamos preparados, como sociedad, para escuchar el deseo de morir sin responder solo desde el miedo?
En tiempos en que buena parte de la producción audiovisual se inclina por la evasión rápida, “Piedra, Papel o Tijera” se planta en el lado contrario: el de las historias que permanecen, incomodan y obligan a pensar. Sus responsables reivindican así un cine que no se conforma con acompañar tendencias, sino que aspira a transformarlas, aunque sea a partir de un cortometraje rodado en una casa aislada en las faldas de la Tiñosa.
Esa es, quizá, su mayor aportación: recordarnos que, mientras existan equipos creativos dispuestos a poner el cuerpo y la voz en temas difíciles, la pantalla seguirá siendo uno de los pocos lugares donde la sociedad puede mirarse de frente, también cuando se trata de hablar de cómo queremos morir.
Cuando la última imagen del corto pasa a fundido a negro, en la esquina inferior izquierda aparece esta reflexiva frase con un hondo y calado mensaje: "Cuando no puedes curar ni cuidar, solo queda acompañar".
El reconocimiento del público que llenaba el Teatro Victoria al equipo fue unánime, e incluso se atrevió a cantar el clásico “Cumpleaños Feliz” a Cuca Escribano, haciendo más fácil deshacer ese nudo en la garganta con el que los espectadores fueron abandonando el recinto escénico prieguense.