El túnel oscuro en el que nos encontramos parece no tener salida. La plutocracia –gobierno de los ricos- que mueve los hilos de nuestra democracia formal intenta devorar cualquier iniciativa de transformación social. Pero hay experiencias empeñadas en torcerle el pulso.

Compromisos que aportan luz y nos señalan el camino de otra política posible y necesaria. Las plataformas Stop-desahucios o Afectados por las hipotecas han abierto una dinámica de acción-reflexión política sobre la que es necesario profundizar. Algunas de las características de esta metodología de la acción son:
La centralidad de los últimos. En demasiadas ocasiones la acción política se ha olvidado de los más empobrecidos. Se ha generalizado el principio utilitarista: “buscar el mayor bien al mayor número”. Una dinámica política que ha ido relegando los intereses y las necesidades de los más pobres hasta excluirlos, culpabilizarlos y recluirlos en guetos físicos y sociales. Este tipo de acción política ha subordinado la búsqueda de la justicia, que antepone a los últimos socialmente, por la del bienestar para toda la ciudadanía que, al partir de situaciones distintas, acrecienta las injusticias y termina excluyendo a los débiles. Lo que se ha hecho es olvidar y ocultar el sufrimiento de muchas personas. La lucha contra los desahucios ha sido capaz de hacer memoria de las víctimas. Ha roto el principio utilitarista colocando los problemas de los vulnerables, de los desahuciados, en el epicentro de su actividad política.
Poner rostro a los problemas sociales. Otro aspecto positivo ha sido situar su punto de mira en situaciones que sufren familias y personas con rostro. Tal vez, la singularidad de estas acciones es que nos han hecho preocuparnos de las personas desahuciadas y no sólo de los desahucios. Los desahucios, el paro, el empleo precario… son conceptos que, en demasiadas ocasiones, nos hacen olvidar el drama de las personas y de las familias que las sufren. Los hechos, los datos, las cifras sólo cobran sentido desde las personas afectadas. Por este motivo es tan importante articular acciones de ayuda y asistencia concreta a las familias desahuciadas –acogimiento en pisos, ceder viviendas propias, asistencia jurídica…- con la acción más estructural dirigida a denunciar y a transformar las causas que están provocando estas situaciones.
El protagonismo de las víctimas. Pero no sólo es una dinámica política que vuelve la mirada a los excluidos, a las familias obreras precarias, a los inmigrantes, sino que es una llamada de atención contra el “despotismo militante”: todo por las víctimas de la realidad social pero sin las víctimas. En el proceso de despolitización que vivimos en nuestra sociedad donde las personas hemos ido perdiendo la capacidad de respuesta ante los problemas que sufrimos, sintiéndonos meros espectadores de la vida social, la dinámica de acción-reflexión que estas plataformas impulsan, significa en la práctica involucrar desde el principio a los afectados por los desahucios. El protagonismo de las víctimas se convierte en un proceso de humanización, de sentido, de re-politización para las personas y de freno ante la ilógica e inhumana acción de los mercados.
Tener una visión global pero dar respuestas a problemas concretos. Muchas veces la acción política termina divagando sobre cambios globales que no nos sentimos capaces de acometer. La acción de estas plataformas ha puesto sobre el tapete que junto a la mirada y al análisis global, es fundamental concretar acciones en torno a nuestro pequeño mundo. Lo cercano sí podemos y debemos transformarlo. Y hacerlo con perspectiva universal: lo que hago y a lo que aspiro debe ser posible para todas las personas. Las plataformas Afectados por las hipotecas y Stop-desahucios no se han limitado a denunciar la situación de injusticia sino que se han organizado para parar los desalojos. La acción concreta, con visión global, va produciendo poco a poco cambios más generales tanto en la percepción por parte de la opinión pública como por las instituciones judiciales, económicas, políticas…
Sacar a la luz estas situaciones y convertirlas en problemas políticos. Cuando las víctimas, los afectados por las hipotecas y los desahucios han estado en primera línea de la acción, el problema ha ido saliendo a la luz y ha comenzado a transformar la manera normal y natural de ser percibido por muchas personas, también por muchos medios de comunicación social.  Este trabajo ha sido clave para avanzar en sensibilización y en presión social ante los desahucios. Pero es más, esta dinámica de acción política ha contribuido también a que dichas situaciones no sean percibidas solo como problemas familiares o personales sino como problemas políticos. Y, por tanto, con posibilidad de solución política. Las acciones que están llevando a cabo como la Iniciativa Legislativa Popular por la regulación de la dación en pago, la paralización de los desahucios y los alquileres sociales; las denuncias públicas; las manifestaciones…, son claves para que las distintas organizaciones e instituciones coloquen esta problemática en sus agendas.
Esta metodología de la acción nos ayuda a seguir comprometidos por extender una democracia más sustancial y real que vele por los derechos sociales. Una dinámica que también nos confirma que en la debilidad del mundo del trabajo, de los sectores más empobrecidos… sigue estando la fuerza de la transformación social y personal.