Por el siglo XVI existía en el Calvario un humilladero que servía de punto de rogativas y oraciones religiosas que se efectuaban al aire libre. Hasta él llegaban los nazarenos en la procesión que se organizaba el Viernes Santo, según se preceptuaba en sus estatutos fundacionales.
A principios del siglo XVIII se cree que se empezó a construir una pequeña ermita que se terminaría por el año 1707, financiada con limosnas de los fieles y con ayuda del Venerable Orden Tercero, que ya en el siglo XVII hacía la Vía Sacra por el Caminillo o calle de las Cruces y que a sus expensas se arreglaban y componían las numerosas cruces existentes en el trayecto” (1).
Diversos autores del siglo XVIII y XIX hacen referencia en sus escritos a la ermita del Calvario, como Pedro Alcalá-Zamora y Ruiz de Tienda, Ramírez de las Casa-Deza y Pascual Madoz. La ermita, pequeña, humilde, bucólica y sin pretensiones constructivas situada en la cúspide del monte, precedida de las cruces que se le instalaron a lo largo del siglo XVIII se convierte en símbolo en un extremo del perfil de las construcciones que terminan en el sur camino de la Tiñosa.
Las transformaciones del siglo XX
En los dos tercios finales del siglo veinte, exactamente de 1938 hasta 1997, la ermita y sus alrededores van a experimentar profundas transformaciones hasta dejarlo todo con el aspecto con el que actualmente la contemplamos. Si bien durante todos estos años, se ha ido actuando periódicamente con obras de mayor o menor envergadura hay tres períodos de intensa actividad creativa situados a finales de los años treinta (1938-1939), a lo largo de la década de los setenta (1972-1978), y el último, ya a finales de la centuria (1995-1997.) En la primera fase la Cofradía pone el dinero y el proyecto y un contratista lleva a cabo las obras: en la segunda serán los hermanos con sus propias manos quienes llevan a cabo las mejoras que el edificio requería; y en la tercera fase será el Estado a través de la Escuela Taller “Álvarez Cubero” quien se encarga de todo, proyecto y ejecución (2).
Primera fase, (1938-1939): Levantamiento de una nueva ermita.
Bien pronto antes de terminar el primer año de su gestión, en 1933, Julio Matilla Pérez presenta el proyecto de la construcción de una nueva ermita que es aprobado. Para financiarlo hace conciertos, obras de teatro, piden por las calles y los propios directivos hacen empréstitos. El proyecto, ideado por Julio Matilla y realizado por Manuel Ronchel importaba 23.000 pesetas del año 1938 y es adjudicado al maestro de obras Eusebio Romero Garrido. Se derribó la ermita vieja y se hizo otro cuya planta aún se conserva hoy día. Fue la gran obra de esta fase terminada en 1939 unas semanas antes de la terminación de la guerra civil.
Pero no estaba todo terminado. Las sucesivas directivas que se fueron sucediendo han tenido que recurrir a los albañiles en diferentes ocasiones. Así en los años siguientes, se construye un pavimento anterior a la ermita, se reparan tejados, se hacen divisiones de tabiques en la sacristía, se revoca la facha-da, se construye una zanja para evitar humedades, se construye un templete central para la imagen de la Virgen, se coloca un zócalo y se hacen obras en el camarín.
En años sucesivos de esta primera fase sigue actuándose en la ermita, según las palabras de su secretario, escritas en 1957. “Que se felicita y felicita a todos de que dentro de su gestión haya sido posible reformar la ermita, casi destruida por el temporal, así como cancelar totalmente el importe de las costosas obras”.
Segunda fase, (1972-1978): Importantes obras de reparación y mantenimiento.
El estado que presentaba la ermita a principios de la setenta era bastante ruinoso. Los tejados, de cañas y vigas, estaban medio caídos y los muros, gruesos y destartalados, ofrecían un aspecto deplorable.
Las obras que se realizaron en este período cumplieron dos objetivos. Por una parte se hicieron obras destinadas a la conservación y por otra, obras de ampliación, generadas por la dinámica de crecimiento en la que la Cofradía se encontraba. Fue la de más larga duración ya que se fue trabajando durante varios años con la característica que fueron los mismos cofrades la que realizaron las obras con sus propias manos, ayudados a veces, por el Excmo. Ayuntamiento. En esta fase se derriba la ruinosa casa de la santera para hacer una pequeña nave, se construyen nuevos tejados, se instala el agua, se reforman las escaleras de acceso al coro, se construyen la habitación donde se guarda el manto y otra para los tambores, se hace un cuarto de aseo completamente nuevo y se le cambia la cabeza, de madera a hierro, a la campana de la ermita. Además de darle una estructura casi nueva a la fachada donde se instalan unos faroles que paga Antonio Gámiz Valverde y un Jesús Nazareno de cerámica con la ayuda de su Hermandad, que enterada, ayudó sin pedírselo. Más tarde, se hace una obra de adaptación a una pequeña casa que había en la parte posterior de la ermita para que se fuera a vivir una señora que no tenía medios económicos. Era de Algarinejo y allí estuvo viviendo sin pagar nada unos pocos años.
A esta fase le sigue el arreglo de los accesos y la eliminación del basurero instalado en el Calvario. En el ínterin se celebran las primeras elecciones democráticas municipales y sale elegido alcalde Pedro Sobrados Mostajo, cofrade activo y ex directivo, quien a primeros de enero de 1980 se dirige a la Asamblea General para pedir ayuda de mano de obra a los cofrades para la reestructuración de los alrededores, ya que del costo de los materiales se encargaría el Ayuntamiento. Se entra en la tercera de las fases de obra. Con el mismo entusiasmo, los cofrades prestan su ayuda los sábados y domingos, y se ven reforzados por el mismo alcalde y el perito de obras del Ayuntamiento, además de muchos simpatizantes. Se hacen caminos de acceso y numerosas escalinatas de hormigón armado, estratégicamente dispuestas que se comunicaban unas con otras. Empleados del Ayuntamiento construyen durante la se-mana el encofrado y los fines de semana se rellena de mezcla. Después se plantarían muchos árboles. Todo esto pasó en los mandatos de Avelino Siller Calonge y Antonio Serrano Serrano.
Los trabajos constructivos seguirán en las siguientes directivas de Julio López Sánchez, Antonio Serrano Serrano, Francisco Serrano Pozo y Antonio García Pareja. Durante estos años se instalan farolas, se amplía la nave almacén, se modifica el camarín, se coloca un zócalo de mármol y un rodapié.
Resaltando además la recuperación de retablos procedentes de la desaparecida iglesia de la Virgen de la Cabeza.
Tercera fase, (1995-1997): La gran transformación exterior e interior.
Cuando todo se pensaba que estaba hecho, quedaban aún muchos proyectos sin hacer. Así que Antonio Serrano Serrano y otros cofrades lograron que la Escuela Taller “Álvarez Cubero” consignara entre sus objetivos principales la renovación integral, por dentro y por fuera, de la ermita, de los edificios complementarios y del entorno.
El detalle de lo realizado fue: una portada de hormigón armado; nueva puerta exterior; herrajes; desmontar y reparar el altar barroco; desmontar el altar de la izquierda para hacerle una restauración y dejarlo nuevo; en el camarín de la Virgen reformar la parte correspondiente y hacerle nuevas yeserías; decoración barroca del interior; acondicionamiento de la nave para diversos usos, arreglo de tejados y colocación de rejas y puertas nuevas; fabricación de farolas nuevas acondicionamiento de las antiguas de la Fuente del Rey por el módulo de fundición; instalación de las mismas en la explanada del Calvario; arreglo de la explanada; iluminación de la ermita, y colocación de bocas de riego en los jardines; y colocación de las cruces y restauración.
Breve descripción de la ermita en la actualidad
La planta de la ermita levantada en 1939 seguía la tipología de las iglesias de cruz latina, con nave de bóvedas de arista, los brazos de media arista y el crucero aparentemente apeado sobre unos fustes cilíndricos huecos construidos en cemento, mientras que el coro ocupaba el segundo tramo de la nave, apoyado sobre un arco y fuste del mismo tipo. A esta estructura se había adosado a ambas partes de la nave central habitaciones para la sacristía, acceso al coro y una pequeña casa habitación destinada a vivienda de los santeros. En la fachada totalmente nueva sobresalía la amplitud de la puerta principal con diseño parecido a las iglesias del pueblo y otras dos de acceso a las habitaciones auxiliares. Se adornaba con dos círculos donde estaban los símbolos de la Cofradía y una pequeña hornacina con el cuadro de Jesús Nazareno. Se coronaba con una pequeña espadaña con la campana antigua. En la segunda fase de las obras que hemos señalado se le hizo un retoque a la fachada moviendo algunos de sus elementos decorativos, puertas, simbología, azulejos de Jesús Nazareno y adorno a lo largo de toda la fachada, aunque la transformación más grande y espectacular la experimentó en el año 1997, agrandando las dimensiones de la puerta y dándole un aspecto barroco, muy parecido a la portada de la iglesia de San Pedro, obra de Juan de Dios Santaella, si bien con materiales menos nobles que el mármol. Con ello se ha dado amplitud suficiente para que pueda salir holgadamente el trono de la Virgen, si bien el decorado ha ganado en monumentalidad, a nuestro parecer, las dimensiones de la puerta han roto la proporcionalidad con la fachada, al verse demasiado grande dentro del conjunto (3).
Según consta en el inventario que efectuamos en el año 1990 dentro de la ermita existían los siguientes objetos de culto y decoración que agrupamos de la siguiente forma: imágenes, cuadros, retablos, enseres cofradieros y mobiliario variado.
Imágenes: Cristo en la cruz, María Santísima de los Dolores, Jesús Nazareno, Inmaculada, Santa Ana, San Cristóbal, San Judas Tadeo y San Miguel Arcángel. Cuadros: “Jesús Nazareno cargado con la cruz, Foto de Jesús Nazareno”, otra “Jesús de la Columna, Natividad y La Lanzada. Varios retablos, hornacinas y urnas entre ellos uno de Francisco Javier Pedrajas procedente de la Virgen de la Cabeza. Algunos enseres cofradieros como cruz de guía, barra de metal, estandarte, faroles y bandera además de otro mobiliario variado.
Resumen. Han sido los cofrades desde la tercera década del siglo XX los que han sufragado con sus gastos, (a veces con ayuda del Ayuntamiento), el levantamiento y todas las reformas de conservación realizadas en la ermita, así como la ampliación del inmueble adyacente, excepto en la tercera fase que se hizo a través de la Escuela Taller, es decir, con dinero público. La autoridad eclesiástica nunca ha ejercido jurisdicción efectiva puesto que la ermita permanece siempre cerrada, excepto cuando realiza culto la Cofradía, en estas excepcionales ocasiones el sacerdote que asiste cobra un estipendio por sus servicios.
Fue inmatriculada a favor de la diócesis de Córdoba el 12 de septiembre de 2007, sin tener conocimiento, los que con su esfuerzo la habían levantado, ampliado, reformado y conservado. El vicario general se llamaba Mario Iceta Gavicagogeascoa que por estos años también firma el certificado de propiedad de la iglesia de El Cañuelo, Zagrilla Alta y de la capilla de la Cruz de El Cañuelo. El Excmo. Ayuntamiento lo nombró “Hijo Adoptivo de la Ciudad”. ¿Quizás consideraron “el gran peso” que había quitado al patrimonio común de los ciudadanos de Priego y aldeas?.
NOTAS:
(1) ALCALÁ ORTIZ, Enrique: Dolores del alma. Cofradía de María Santísima de los Dolores y Cristo de la Buena Muerte. Priego (Córdoba), 1992, página 198.
(2) Toda la información que sigue la tenemos más detallada en el libro Dolores del alma y en los capítulos correspondien-tes del presente estudio. Ahora solamente presentamos un resumen de lo ejecutado.
(3) Unas notas sobre la historia de la ermita se pueden encontrar en MILLÁR MOVELLÁN, Alberto: Guía artística de la provincia de Córdoba. Córdoba, 1995; AGUILERA PEÑALVER, Mariano: El origen franciscano del Calvario de Priego, “Revista Fuente del Rey”, número 208, página 12 y 13, abril 2001; y, ORTIZ MAROTO, José Manuel: Ermita de Nues-tra Señora de los Dolores en el Calvario, “Torniquete”, nº 5-6, página 13.