Dolores Luna Osuna (Arqueóloga)
Lunes 7 de noviembre de 2011 - 22:12

La suma de tres excavaciones arqueológicas realizadas en los años 1991-2, 2008 y 2010 en la calle Santa Ana de Priego de Córdoba han permitido documentar uno de los edificios más singulares de las ciudades islámicas: el hammam o baños árabes, edificado en el ejemplo prieguense junto a la puerta de acceso más importante de entrada al recinto amurallado de madinat Baguh, la Puerta de Santa Ana.

Se trata de los primeros baños públicos documentados en Priego, si consideramos privados y asociados a la alcazaba los que se exhumaron en 1998 en las excavaciones del castillo
El baño o hammam como elemento arquitectónico es legítimo descendiente del baño de la  antigüedad  y su arraigo en la cultura islámica fue tan profundo que seguía fielmente el esquema constructivo de las termas romanas. Los baños en el mundo islámico eran edificaciones dedicadas a la higiene corporal que, como parte de la obligación religiosa, cumplían una función ritual muy importante, uno más de los modos de conseguir la pureza antes de la oración, la pureza total ante la posibilidad de la inmersión y del lavado de todo el cuerpo. El binomio por tanto mezquita-baño suele estar presente en numerosas ciudades andalusíes, constituyendo un esquema localizable en dichos espacios urbanos, como es también nuestro caso, ya que en el solar de la actual parroquia de la Asunción se ubicaría la mezquita aljama del Priego islámico.
Pero el hammam, además de la función religiosa (cumplir con el rito religioso), de la función meramente higiénica y en algunos baños incluso medicinal, cuenta con una función lúdica y social significativa, allí se encontraban hombres con hombres y mujeres con mujeres (nunca coincidían), en definitiva, era uno de los lugares de relación en torno al cual giraba la vida del barrio o de una ciudad. El baño actuó como centro de expansión social, lugar placentero también, función ésta heredada de igual modo de las termas de la antigüedad y exponente de una cultura de refinamiento, muy propia de la cultura mediterránea del bienestar. Las fuentes árabes nos ilustran ampliamente en este sentido, con numerosos pasajes que mencionan los baños o los tienen como escenario de algún acontecimiento en especial.
El hammam occidental, a partir sobre todo del Califato, tuvo una planta típica, con salas paralelas inscritas en un cuadrado o un rectángulo, generalizándose en al-Andalus las salas con planta más o menos rectangular, tripartita y, en especial para la sala caliente, con uno o dos nichos en el testero (a uno y otro lado de la caldera u horno), donde se situaban las piletas. La estructura del hammam típico está formada por una sala de recepción o de entrada llamada al-bayt al-maslaj, que servía de guardarropa y que solía tener alguna letrina. A continuación una sala fría, al-bayt al-barid, seguida de la templada o intermedia, al-bayt al-wastani, y después la caliente, al-bayt al-sajun. Hemos de recordar aquí que en al-Andalus el baño se practicaba en unas piletas o bañeras de pequeño tamaño y no en piscinas. El suelo de la sala caliente era sostenido por pilares y arcos de ladrillo, de manera que permitía la circulación del aire caliente procedente de la habitación de la caldera u horno colindante. La zona de servicio contaba pues con el horno, que albergaba la caldera o al-burma y que servía también para el almacenamiento de la leña. Todo este sector recibía el nombre genérico de horno o al-furn. En algunos baños también se conserva un callejón que era utilizado para el acarreo de la leña, un acceso también para los operarios del baño y para su mantenimiento.

En el caso de Priego,  el edificio documentado pertenece a un tipo edilicio común en al-Andalus desde el siglo XII en adelante, como es el hammam con planta que sigue un eje, de al menos tres naves rectangulares y paralelas, correspondientes al complejo húmedo (salas caliente, templada y fría). Parte de las dos salas documentadas corresponden a la caliente y templada, habiéndose localizado también la leñera o dependencia del horno, que mantiene la planta rectangular como las otras dos. No hemos podido excavar ni recabar ningún dato de la sala fría, con la que contaría el edificio, mientras que la correspondiente a la entrada y vestuario, al-bayt al-maslaj, ha sido la última en ser localizada, en un relativo buen estado de conservación.
Gracias a todos estos datos y al hecho ya indicado de la frecuente estandarización de los planos de estas instalaciones, hemos podido realizar una reconstrucción virtual 3D de los baños prieguenses que ayudan a facilitar la comprensión del complejo.
Se trata de un edificio con un núcleo principal compuesto por tres naves rectangulares (conjunto de salas húmedas), cubiertas con bóvedas, que se inscriben en un rectángulo de unos 12,16 m por 10 m. Por el lado noroeste de la sala caliente se añade el espacio rectangular del horno/leñera, una crujía algo más estrecha que las otras salas, y por el lado de la sala fría o sureste situamos el pasillo de acceso al conjunto. La pieza o cuerpo de entrada se sitúa por el lado noreste. Todos estos espacios presentaban una cubierta de teja, que pudo ser a una, dos o cuatro aguas en el sector de la entrada. La planta presenta por tanto unas dimensiones máximas de 16,55 m (más 1,25 m de anchura del muro noroeste) por 14 m.
 Las estructuras arqueológicas del hammam de Santa Ana han llegado a nuestros días con un estado de conservación desigual, pero aceptable, de modo que se ha aprobado por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía su conservación para proceder a su posterior musealización y apertura al público, dentro de la Ruta de Arqueología Urbana diseñada por el Museo Histórico Municipal [Servicio Municipal de Arqueología]. Los alzados de los muros que delimitan los espacios se conservan entre unos 70 cm y casi dos metros de altura, una de las piletas para el baño se encuentra prácticamente completa, así como algunas de las losas de los pavimentos de mármol blanco o de losetas de piedra que cubrían el suelo de los espacios. También se conserva parte del hipocausto de la sala caliente, algunas acometidas de agua, parte del banco corrido del recibidor y la escalera de entrada a éste desde la calle o  algunos elementos sueltos asociados como un capitel o un fragmento de columna. Se trata, por tanto, de una gran oportunidad para incorporar al ya rico patrimonio histórico prieguense los restos de un edificio vivamente relacionado con uno de los momentos de mayor esplendor de la historia urbana de Priego: cuando era una ciudad de al-Andalus. 

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