Juan Damián Sánchez Luque (*)
Lunes 14 de enero de 2013 - 09:08
generica

Suelo mirar las cosas con sentido de crítica constructiva; desde siempre me han parecido los botellones un problema de difícil solución pero que había que buscarle alguna. Últimamente el asunto presenta una cara preocupante.

A diario suelo leer la prensa digital y no hay semana que en estos no se produzcan altercados de excesiva violencia donde las navajas y otras cosas salen a relucir. Y es que la mezcla de alcohol, drogas de síntesis y las otras que no lo son, hacen una tan explosiva composición, creando una inusitada violencia que necesariamente han de pasar cosas. Y cada vez están pasando más.
Los botellódromos (la palabreja no me gusta) no pueden ser corrales donde todo vale y que sin vigilancia policial se llegan a convertir en hipermercados de "TODO" ( que ya lo son) y donde la policía confiesa que temen por su seguridad. Pues apañaos vamos.
Si no se siente segura ni la policía, ya me contaran la seguridad que reina en el recinto y quien controla a menores; mejor es no pararse a pensar mucho por que la cosa no pinta nada bien.
En la Carlota los han prohibido y no pasa nada y creo que en Barbate también y cada municipio hace lo que cree mejor. Que nadie piense que tiro piedras al tejado de nadie, porque aquí han gobernado todos y la cosa sigue lo mismo; así es que esto no es un ataque contra nadie. Simplemente saco a la luz una triste y cruda realidad, que todos ven y que nadie se pone "manos a la obra".
Tampoco es que el botellón sea "la bicha". Porque si se hicieran las cosas de la debida forma (que no se hacen). Sería esta una buena manera de tener a los menores más controlados y poder evitar así consumos indeseados e indebidos. Pero, claro, los estabulamos allí y los dejamos a su suerte y esta no es la forma en que se debe hacer. Pero como ya sabemos que luego se echa mano del consabido mantra del "no hay dinero" y no se trata de eso.
Si no hay dinero (tanto que presumimos de los costes cero) se saca de bajo las piedras. Que primero son los jóvenes y su salud y después se arreglan farolas o aceras; pero los menores antes que nada. Sin juventud no hay futuro y este, mirado por el mejor lado, ya es bastante preocupante así es que como para ponerlo peor.
Produce escalofríos leer u oír que se pretende resucitar la tristemente llamada Ruta Destroy o Ruta del Bakalao.
Una democracia recién estrenada y unos aires de libertad mal entendidos, pasaron una muy alta factura a la sociedad española. Se dispararon todos los consumos de sustancias prohibidas y no prohibidas. La heroína segó muchos miles de vidas jóvenes; no olvidemos que el llamado trienio negro de esta droga se llevó la vida de más de cien mil jóvenes. Diezmó, como si de una plaga bíblica se tratase, la juventud de muchos barrios. Quienes vivimos aquella época lo recordamos bien. Y como las desgracias nunca vienen solas, la aparición del SIDA y el compartir jeringuillas (chutas, las llamaban los adictos) hizo que el SIDA se propagase de una forma alarmante.
Fue un precio demasiado caro en vidas de jóvenes, que dejó a multitud de familias destrozadas y que de ningún modo podemos permitir que se repitan cosa ni parecidas. En nuestras manos está poner freno ahora que aún estamos a tiempo. Los problemas están para que les busquemos soluciones y no podemos permitir que los errores del pasado se repitan una y otra vez, pero hay que ponerse mano a la obra.
Digo yo que alguna solución se le habrá de dar porque estas cosas no suelen ir a mejor por si solas y en este caso el asunto va a peor cada día.
Tampoco es cuestión de recibo pensar en el voto joven, porque los menores no votan y los que han consumido abundantemente el sábado, no creo yo que el domingo, con una fuerte resaca, tengan demasiado interés por la cosa electoral.
Aunque afortunadamente no es nuestro caso, también hay gobernantes sin escrúpulos, que para ganar votos, pretenden bajar la edad electoral a los dieciséis años (como es el caso de Argentina) y de esta manera permitiendo alcohol y otras drogas, se tiene asegurado el voto de los más jóvenes. No creo que exista mayor bajeza política como es hacer algo así.
Yo no tengo la menor duda de que soluciones haberlas hailas y creo que se tiene voluntad política de buscarlas. Tampoco soy tan ingenuo como para pensar que la solución sea fácil, posiblemente sean muchas las soluciones. Solo hace falta que nos sentemos todos; unos y otros y prescindiendo de protagonismos y de antagonismos nos pongamos manos a la obra porque esto es asunto de todos.
Intentar buscar una solución merece la pena y cuando se quiere se puede, ¿lo intentamos? Yo ya tengo la mano alzada. ¡ Vamos a ello !

Y siempre hemos de recordar que,

SI VES AUN ADOLESCENTE QUE SE DROGA: AYÚDALO.

SI CONOCES A UN VENDEDOR DE DROGAS: DENÚNCIALO.


(*) Presidente de la asociación contra la droga "CLARA MARIA" de Priego y comarca.


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