“La bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos, si cada uno de nosotros no la lleva ya
plenamente izada en su corazón”. “La bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos, si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón”. (Blas Infante, Ayuntamiento de Cádiz, 12 de Julio de 1.936).
Hace treinta y tres años el pueblo andaluz rompió sus cadenas y su marginación votando masivamente por una autonomía de primera en el contexto del nuevo estado democrático. Hartos ya de estar hartos los andaluces y las andaluzas dijimos basta a centenares de años de discriminación marcados por la preponderancia del triple eje Bilbao- Madrid- Barcelona. Aquel 28 de Febrero de 1.980 Andalucía se ganó el título de comunidad histórica a pulso, demostrando que era un pueblo vivo y orgulloso de sí mismo que no aguantaba más ser la hermana pobre de un estado que la relegaba al papel de colonia interior.
Los andaluces se rebelaron para conseguir un poder político propio que consiguiera un mayor nivel de bienestar y de desarrollo económico para nuestro pueblo, en igualdad con otras comunidades y regiones del estado. Sin embargo, en el momento actual, más de un millón cuatrocientos mil andaluces sufren la terrible lacra del desempleo, producto de un modelo productivo caduco y tercermundista, las desigualdades norte-sur se acrecientan, marcándonos con un estigma indeleble que perdura por centenares de años, el déficit en infraestructuras sigue siendo una asignatura pendiente, con obras eternas y proyectos inacabados o sin desarrollar que lastran nuestro futuro y nuestro presente, los jóvenes tienen que volver a emigrar para buscar prosperidad en otros lugares aplicando sus conocimientos, adquiridos con nuestros medios, en enriquecer otros países en vez del suyo propio.
¿Falla la autonomía, el autogobierno? No, fallan los repetidos gobernantes del partidorégimen en Andalucía que no creen en nuestro pueblo y que han utilizado la Junta como ariete contra los gobiernos de Madrid cuando eran de distinto color político o que se han sometido cuando han sido de su mismo color. Fallan los gobernantes que han despilfarradodinero público de manera indecente y que han llenado de casos de corrupción las páginas de los periódicos hundiendo en la ignominia el alto concepto de la política y a la propia democracia. No falla la estructura, falla la utilización y el uso que de ella han hecho.
Más autogobierno, más autonomía son sinónimos de bienestar social, de prosperidad económica, así lo entienden otros pueblos del estado que reclaman más competencias para ser autosuficientes. Precisamente por ello, tenemos que estar de nuevo dispuestos a defender lo nuestro, ya que hay otras comunidades que van a volver a intentar romper el equilibrio y la simetría que nos costó tanto conquistar hace tres décadas.
Tenemos que volver a sacar nuestras banderas verde y blancas y gritar autonomía y libertad para defender y exigir lo que nos corresponde; valga un ejemplo para expresar el saqueo al que nos someten: A Andalucía se le pagó una deuda histórica con solares que ahora valen menos de la mitad de su valor y actualmente se le vuelve a deber otra deuda histórica incumpliendo reiteradamente su Estatuto.
Hace falta convencimiento en nuestra capacidad, convencimiento en nuestro autogobierno para impulsar otro modelo productivo, para relanzar infraestructuras vitales para nuestro desarrollo, para potenciar un sistema financiero propio fundamental para nuestra tierra. Es necesario que la ética dirija nuestros pasos consiguiendo la coherencia entre teoría y práctica.
Los andaluces debemos y tenemos que ser los protagonistas de nuestra historia, pero actores reales y no meros extras en un decorado de cartón-piedra. Los andaluces debemos y tenemos que ser los que escribamos nuestro destino sin dejar que otros nos dicten un futuro de marginación y decadencia. Los andaluces debemos y tenemos que volver a llenar de esperanza nuestros corazones y marcar el camino de una Andalucía digna y orgullosa de sí misma.