Una de las maneras de medir la calidad de la democracia y la de la sensibilidad ciudadana ante los hechos que acontecen es la respuesta ante lo que sucede.

Quizás, la actualidad sea tan arrolladoramente putrefacta, y no sólo por la corrupción, que haga que pasen desapercibidos hechos objetivamente graves sin repulsa alguna.
Para muestra, dos.
Primera. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, citó en su primera intervención en el debate sobre el estado de la nación a un militar francés admirador del fascismo.
Que el presidente del Gobierno no supiese de los devaneos del tal Lyauntey es más que probable, pero seguro que se vio encantado de encontrar su cita. A la simplicidad presidencial le venía como anillo al dedo la anécdota que contó.
Señorías, cuentan la historia de aquel mariscal francés destinado en las colonias que, ante el incendio de parte de un bosque centenario de cedros, ordenó al técnico forestal que se plantaran otros cuanto antes. El técnico le contestó que serían precisos doscientos años para que los nuevos cedros alcanzaran la altura de los que habían ardido, a lo que el mariscal contestó: “Razón de más para empezar cuanto antes”. Señorías, eso mismo sucede con la educación (Puede verse la cita en el diario de sesiones, página 8)
Que al asesor de turno se le haya escapado demuestra el nivel de algunos que tienen la gobernación de la cosa pública en sus manos y que están en la sala de mando.
Segunda. La serie de tuits que salieron desde la cuenta oficial del Cuerpo Nacional de Policía la noche de los Premios Goya en contra de una de las películas aspirantes, “Grupo 7”.
Aparte de desconocer lo que es la ficción audiovisual, nos guste más o menos, el uso de una cuenta oficial del Gobierno, como es la de la Policía, con opiniones personales es una malversación manifiesta de medios públicos a favor de opiniones privadas.
Quizás se estuviese confundiendo desde el Twitter de la Policía la crítica a una mala plasmación de la praxis policial en la película, como en casi todos los filmes o series, con la proyección de una ficción de una corrupción policial que no existió como tal, pero que sí se parece a otras que sí fueron realidad.
Lo más reprochable de estos dos asuntos es que nadie, ni quien gobierna ni quien finge que se opone, haya dicho nada ni de una cosa ni de otra, todos muy preocupados en bailes de salón que cada vez importan menos a la ciudadanía, o directamente no importan nada, y que generan más rechazo al único método inventado para que una sociedad sea realmente libre y democrática, la democrática representativa.
Lo sentenció el sábado José María Pérez “Peridis” en el programa de la SER “A vivir que son dos días” al afirmar que “nos estamos merendando la democracia”.
Pero para saber lo que se merienda hay que conocer con lo que se juega, ignorancia que ha puesto de manifiesto el consejero de Presidencia y Justicia de la Comunidad, de Madrid, Salvador Victoria, tan hábil en el uso de su Twitter como la Policía, al no saber distinguir entre personas que ejercen un derecho constitucional, el de reunión, y quienes quisieron abolir por la fuerzas de las armas esa Constitución, aunque ambas cosas pasasen un 23-F.
Curiosamente, la Policía y Victoria primero sueltan lo que  les pide el cuerpo y luego lo intentan matizar. Parece que utilicen el mismo manual de Twitter.