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Priego de Córdoba: un futuro que se nos escapa entre los dedos
Viernes 14 de noviembre de 2025 - 17:18
Priego de Córdoba vive una paradoja dolorosa: posee un enorme potencial humano, cultural y geográfico, pero se encuentra atrapado en un modelo de desarrollo que no despega. Tenemos talento, tenemos entorno, tenemos historia… pero no tenemos horizonte.
La falta de suelo industrial disponible y asequible asfixia cualquier intento de crecimiento económico. Mientras tanto, municipios cercanos -algunos más pequeños, como Almedinilla- avanzan con paso firme: crean polígonos industriales bien dotados, impulsan comunidades energéticas con apoyo municipal y atraen proyectos productivos gracias a una visión clara de futuro. Almedinilla ya trabaja en energía limpia y en suelo competitivo, mientras en Priego seguimos discutiendo lo evidente.
Aquí, en cambio, los emprendedores se topan con precios desorbitados, trámites interminables y una alarmante falta de planificación. Quien quiere crear o ampliar su negocio, simplemente se va. Y cada mañana, lo comprobamos en las carreteras: decenas de prieguenses jóvenes y no tan jóvenes se marchan a trabajar a municipios cercanos, dejando atrás un pueblo que envejece en silencio.
El círculo vicioso está servido: sin industria no hay empleo, sin empleo los jóvenes se marchan, y sin jóvenes el municipio se vacía. Las aldeas de Priego lo sufren aún más: envejecimiento, despoblación y servicios que se reducen o desaparecen. Lo que debería ser una oportunidad —vivir en un entorno rural, tranquilo, con calidad de vida— se convierte en una carga por la falta de servicios sanitarios, educativos, sociales y digitales. Los datos hablan por sí solos: edad media cercana a los 50 años y una tasa de paro del 12,22% en 2025.
A todo esto se suma la especulación con el poco suelo industrial existente, una herida que no deja de sangrar. En lugar de planificar el crecimiento, se protege la rentabilidad a corto plazo de unos pocos. El desarrollo industrial en Priego se ha vuelto un lujo, no una estrategia colectiva.
Mientras tanto, el Ayuntamiento se muestra más pendiente de gestos simbólicos que de políticas transformadoras. Se celebra la entrega de la bandera verde como si fuera un logro histórico, pero ¿de qué sirve ondear una bandera si el municipio se nos vacía? No necesitamos más fotos ni reconocimientos: necesitamos proyectos reales, empleo, inversión, y una visión de futuro que devuelva la esperanza a nuestra tierra.
La excesiva dependencia del turismo —importante, sí, pero insuficiente y estacional— nos está pasando factura. No se puede basar el porvenir de un municipio de 22.000 habitantes en una sola industria, por más encanto que tenga. El turismo no puede ni debe sustituir a la industria, la innovación ni la formación.
Tampoco existen ayudas ni acompañamiento real para los emprendedores locales. Los jóvenes con ideas se pierden entre papeles, plazos y pasillos, sin espacios donde probar, fallar y volver a intentarlo. El talento se forma aquí, pero se aprovecha fuera.
Priego necesita una visión, un plan integral que combine suelo industrial accesible, comunidades energéticas locales, incentivos al emprendimiento, formación técnica adaptada al mercado y políticas activas contra la despoblación. Porque si no se actúa ya, corremos el riesgo de convertirnos en un municipio hermoso… pero vacío.
Aún hay tiempo. Pero hace falta coraje político, colaboración público-privada y, sobre todo, la convicción de que Priego de Córdoba merece más que aplausos y promesas: merece un futuro.