HERMANDADES | Nazareno
Pedro E. Manzano analiza en una charla su intervención sobre la imagen del Nazareno
La venerada efigie se expuso al público sin la túnica y la peluca que habitualmente emplea
Martes 29 de abril de 2014 - 17:15
La iglesia de San Francisco acogía el pasado viernes la conferencia de Pedro Enrique Manzano Beltrán en la que el restaurador sevillano ofreció un pormenorizado recorrido por lo que ha sido el trabajo al que ha sido sometida la venerada imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno en su taller hispalense.
Ante un nutrido auditorio que llenó por completo la nave principal y aledañas del templo franciscano, Manzano, que fue presentado por Manuel Jiménez Pedrajas, comenzó a desglosar lo que han sido casi siete meses de trabajo desde que el 25 de agosto la efigie fue trasladada a Sevilla, iniciándose en un primer momento una serie de estudios preliminares que unidos a los realizados con anterioridad en Priego, determinaron la verdadera dimensión de los daños que sufría la imagen, de manera particular y como el propio Pedro Enrique Manzano enfatizó en varias ocasiones, la separación que se constató en las uniones de las distintas piezas de madera que conforman la talla, derivada del “sobresfuerzo” al que la imagen está sometida en sus salidas procesionales, en las que, en no pocas ocasiones, pierde su centro de gravedad.
Junto a este tema estructural, el restaurador sevillano destacó los daños que se habían provocado en la policromía original, así como las mutilaciones que había sufrido la talla para la colocación, en primer lugar, del original mecanismo de la bendición, y posteriormente para adecuarle la cruz.
Pero sin lugar a dudas, uno de los momentos más impactantes de su alocución, ampliamente documentada con una gran galería de imágenes, fue el relacionado con las actuaciones tendentes a la consolidación estructural de la imagen, subsanándose las deficiencias que ésta presentaba tras la intervención a la que fue sometida en 1802 cuando fue ahuecada, hasta tal extremo que en varias partes del torax fue perforada la madera lo que hizo necesario la colocación de telas para tapar los orificios que se habían abierto, uno de ellos de varios centímetros. Trabajos de consolidación que se completaron con la confección de una nueva peana, así como nuevos sistemas de sujeción de las manos, de la cruz y de la propia corona de espinas, haciendo referencia a la creación de un nuevo brazo derecho que sustituye al que cuenta con el sistema de la bendición en los casos en los que la imagen se exhiba sin túnica de tela.
Igualmente interesante y tal vez otro de los aspectos más llamativos de la intervención, fue el relacionado con la policromía, tanto por los trabajos de limpieza y consolidación de la original, como por la eliminación de los repintes realizados en el siglo XX, destacando la recuperación de la decoración de la túnica original, y de manera particularísima, como ya ocurriera en San Juan Evangelista, también restaurado por Manzano, las lágrimas con las que contaba la imagen en su mejilla izquierda y que debido a la suciedad habían casi desaparecido.
Tras la interesante conferencia de Pedro Enrique Manzano, la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, ubicada en la actual capilla del Venerable Orden Tercero y que curiosamente fue la primera ubicación que la efigie ocupó en el templo franciscano, pudo visitarse tal cual había salido del taller del restaurador sevillano y, con toda probabilidad, como lo hiciera más de cuatro siglos antes del de Pablo de Rojas, pudiendo comprobar los visitantes la importancia del trabajo realizado y la belleza de esta obra de arte fechada en las postrimerías del siglo XVI.