OPINIÓN | Por su nombre
¿De qué color es la verdad?
Sábado 16 de agosto de 2014 - 17:54
Desde luego que ni la catedral necesita adornos ni la verdad aditamentos ni colores. La verdad ha de ser límpida y traslúcida. Pero nos empeñamos en pintarla de cualquier color y a veces liamos unos parcheos....
¿Soportaríamos todos que la luz, pura y limpia, de la verdad nos diera en los ojos?. Serian demasiados quienes se cegaran con sus destellos. Por eso, al igual que ocurre cuando miramos un eclipse, lo hacemos con unos cristales ahumados y esto hace que se desvirtúe su esencia primitiva. De este modo unos creen verla en las falsas verdades, otros en las promesas no cumplidas y otros en las más procaces mentiras disfrazadas del color de su querencia y, por querer, nos la quieren hacer tragar como píldoras doradas.
A pelo viene la fábula de la miel y las moscas y la moraleja con la que esta termina: "así, si bien se examina, los humanos corazones perecen en las prisiones del vicio que los domina". Lo cierto es que antes se decía que el vicio, o deporte, nacional era la envidia. Hoy, sin duda, esta ha pasado a un segundo lugar y el deporte que mas se practica; el deporte nacional por excelencia es el "Trinque". Tal es su magnitud que hasta me tienta la idea de hacer un pareado y decir que "Desde el cabo de gata al de Finisterre/ aquel que no trinca/ es porque no puede".
Siempre pagan justos por pecadores y lo cierto es que hay gente muy honrada (me guardaré muy mucho de decir honorable). Últimamente los "honorables" nos han salido mas que rana. ¿Lo ven?, otra verdad disfrazada, pués "EL MOLT HONORABLE" es un presunto trincón de mil pares de narices. Ya ven, de la noche a la mañana se pasa de ser "Molt Honorable" a presunto trincón. Y es que esto de los colores y la verdad a veces termina haciendo un mal maridaje. Y lo mas triste es que acabará llevando razón la consorte del "Honorable" y esto se terminará olvidando.
Pero, si como dijera el jesuita padre Antonio de Vieyra, allá por el año 1.750: "No se perdona el pecado hasta que no se restituye lo robado", la cosa anda muy mal. Aquí es costumbre inveterada que se castigue, o no, al que roba, pero de restituir lo robado nadie dice ni pío. De este modo es normal que ante la carencia de escrúpulos, hagan sus cuentas y estas les salgan más que ventajosas. Un tiempecillo de cárcel (eso si no cae un indulto) y después el pan asegurado para "el tricón" y para sus generaciones venideras. Vamos que el chollo es pequeño.
Pero mejor lo dejamos porque yo me estoy metiendo en un berenjenal, que no es lo mío, y ya mismo ni voy a saber como salirme.
Lo mío es hablar de la droga y sus maldades y eso es lo que hago aunque parece ser que hay a quien no le gusta esto, o será en la forma en que lo hago; por supuesto que es muy mejorable, sin duda.
Pero como no ando últimamente muy acertado en este menester es por lo que me ha dado la tentación de hacer crónica del deporte nacional tan de moda como es el "Trinconeo".
Desde luego que ponerse a hablar de la verdad en los tiempos que corren es quererse complicar la vida tontamente. Bien claro lo escribió Campoamor: "Y en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira".
Por eso a la verdad, como a la muerte, hay que mirarla fijamente y a los ojos, pero sin cristales ni puñetas.
Pero yo lo voy a dejar aquí y no sigo complicándome más la vida.
Que pasen una buena feria y se diviertan lo mas y mejor posible, que otros seguirán dale que te dale a lo suyo.