Pablo M. Arenas López
Lunes 21 de septiembre de 2020 - 19:42

Se acercan tiempos difíciles, y muchos de los jóvenes universitarios que comienzan sus estudios fuera de casa lo saben muy bien. Hasta no hace un par de días, no se sabía exactamente cómo iban a ir las clases, o tan siquiera si las iba a haber o no. Muchos se encontraban en la tesitura de alquilar una habitación con la incertidumbre de no saber ni siquiera cómo será el mundillo universitario.

Por desgracia, la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 poco o nada ha ayudado al estudiante. Al contrario, está sirviendo como base para dejar más incertidumbres que certezas. Si la situación antes de la crisis sanitaria era, por decirlo suavemente, para tirarse de los pelos, a día de hoy desconcierta hasta el más aplicado de todos ellos.


Y es que estudiar nunca ha sido fácil. Desde primero de infantil hasta el último curso de la educación secundaria obligatoria, a los chavales se les ha bombardeado con la idea de que, de mayores, deben estudiar para llegar a algo en esta vida. Deben acabar su educación obligatoria y, posteriormente, incorporarse a la educación postobligatoria, ya sea a través de bachillerato o Formación Profesional. Y mientras tanto, cuando muchos acaban su último año de la ESO ni tan siquiera saben qué hacer con sus vidas.


Nuestra sociedad, en tanto, ha venido aceptando la idea de poseer unos estudios y - sobre todo - unas titulaciones específicas, será garantía suficiente de un futuro digno. Empero, este pensamiento no es más que una ilusión creada bajo el paraguas de nuestros Estados del Bienestar. Estudiar, y mucho menos, poseer unas determinadas titulaciones no es sinónimo de obtener, en medio y largo plazo, una posición social acomodada. Al contrario, el simple hecho de que muchos hijos de la clase media hayan podido acceder a la universidad ha causado la devaluación continua de los títulos universitarios. Hoy en día, tener una carrera no asegura nada. Ahora, necesitamos poseer dos titulaciones, y dos másteres, y tener unos pocos cursos para poder acceder a un puesto medianamente acomodado. Y ni tan siquiera este colchón cultural es capaz de garantizarnos un feliz y bonito futuro donde desarrollarnos plenamente como personas. En ese aspecto, cuenta más nuestras habilidades personales y sociales que la propia titulación.


No es de extrañar, por tanto, que muchos chiquillos se cuestionen por qué deben seguir estudiando si, día a día, en los telediarios y en Instagram ven a futbolistas, modelos, y todo tipo de personajes públicos con cierto sensacionalismo personal, triunfar en la vida sin tan siquiera haber abierto un libro en su puñetera existencia. Los padres, en la mayoría de ocasiones, se quedan sin argumentos con los que replicar ante tales hechos. Y no es de extrañar si uno tiene en cuenta el panorama en nuestro país. Lo cierto es que a uno se le quitan las ganas de seguir formándose. Quizás nos iría mejor como país si a cada niño le dijéramos que, para triunfar, es mejor prepararse para estar en un plató de Sálvame Deluxe.


Sin embargo, debemos ser críticos y conscientes de la situación que se nos ha impuesto desde fuera. Entender que poseer unos determinados estudios o unas posesiones universitarias, sean del tipo que sean, no es sinónimo alguno de ser mejor o peor que otras personas. Al contrario, ha crecido un fuerte clasismo universitario que ve con malos ojos a aquellas personas que, por multitud de circunstancias, no han podido tener estudios, o han optado por otras vías de estudio. En realidad, esas personas poseen una incapacidad para reconocer a su semejantes como iguales, porque para ellos el hecho de ser igual es haber tenido las mismas oportunidades vitales para hacer lo que ellos han considerado lo más elevado y superior.


En tanto, se suma el hecho de que España no ofrece oportunidades laborales para aquellas personas que han acabado su formación universitaria. Muchos jóvenes que acaban sus estudios ven mermada su proyección vital. Algunos deciden marcharse a otros países en busca de un proyecto de vida, y otros tantos, deciden quedarse y engordar su currículum con más titulaciones y cursos que puede, o no, que un día les ayude a conseguir aquello que tanto anhelan. Así está la cosa.


Sin embargo, no quisiera acabar de una manera tan pesimista. Recuerdo que, en cierta ocasión, cuando aún era un mocoso de 12 años, en el colegio nos dijeron una cosa: “debéis estudiar para que, en el día de mañana, no os engañe la tele”. La frase es bastante simple, pero lo suficientemente profunda como para reparar en ella.

 

Estudiar no significa únicamente adquirir unos conocimientos científicos y técnicos para ser aplicados posteriormente en tu puesto de trabajo. Implica, además, un proceso de culturización y crecimiento personal. Estudiar es más adquirir la capacidad de pensamiento crítico. Discernir lo que es real de lo que es mentira. Obtener, así, la capacidad de si algún día nos dicen que esto es rojo, podamos decir que no, que es azul.


Es necesario entender que la utilidad de este estudio no radica en su capacidad para producir productos o servicios en una determinada sociedad, sino que es una herramienta personal que empodera al individuo, que le permite crecer en todos los aspectos de su vida privada, que le permite desarrollar aquello que Erich Fromm llamó libertad positiva, esto es, llegar a exprimir al máximo nuestras capacidades intelectuales, emocionales y sensitivas.


El estudio no debe verse bajo esta perspectiva donde el individuo sirve a la sociedad o al Estado, sino que es el Estado el que pone a disposición de éste todas las herramientas y opciones posibles para que se desarrolle en su total plenitud. No se debe estudiar para ser más útil en una sociedad, sino para que, como individuos, podamos tener la oportunidad de una vida plena. Adquirir conocimiento nos debe otorgar las herramientas necesarias para crecer como personas, pudiendo así obtener un espíritu crítico que nos permitan vivir en una sociedad como iguales. Sólo cuando seamos libres podremos ser realmente iguales.

Otras Noticias

Antonio Ochoa Maeso  |  Lunes 7 septiembre de 2020

Ladislao Rodríguez Galán  |  Lunes 17 agosto de 2020

Toni Musachs Palahí  |  Miércoles 12 agosto de 2020

Federación Andaluza de Montañismo (FAM)  |  Domingo 5 julio de 2020

Córdoba en Común  |  Miércoles 10 junio de 2020

Córdoba en Común  |  Miércoles 27 mayo de 2020

Luis Marín Sicilia  |  Domingo 17 mayo de 2020

Córdoba en Común  |  Domingo 17 mayo de 2020

Asamblea Local de IU Priego de Córdob a- Pablo M. Arenas López. Coordinador de IU Priego  |  Sábado 16 mayo de 2020

Antonio Torres  |  Jueves 7 mayo de 2020

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información