Juan Damián Sánchez Luque
Viernes 16 de junio de 2017 - 18:19
generica

Confesábase un lobo diciéndole al sacerdote cuantos destrozos había cometido en los rebaños y el gran número de ovejas que había matado.

Severo, el sacerdote, le reprobaba tales acciones y el lobo repetía una y otra vez que eso no volvería a repetirse. Se extendía el sacerdote en sus reproches, mientras el lobo, contrito, asentía en silencio. En estas andaban cuando hasta el confesonario llegó el dolondón de un rebaño que por allí pasaba. El lobo se impacientaba y le dijo al confesor "absuélvame pronto, padre, que se me escapan éstas".
De donde se deducen los buenos propósitos que el lobo tenía y la profundidad de su arrepentimiento.
Nadie se engañe pensando que no hay lobos bípedos que superan en maldad a los de cuatro patas.
Son elementos asociales tan indeseables que sólo debieran vivir entre sus pares.
Tampoco se puede pensar que siempre que se aplica la ley se está haciendo justicia. Hay ocasiones en que la ley y la justicia no van por la misma senda por muy buena y recta intención que se tenga.
Pero una sociedad avanzada, como en la que vivimos, ha de tener (al menos sería deseable) unos rígidos mecanismos defensivos para que las inocentes ovejas  no sean atacadas por lobos rabiosos.
El psicópata no siente la menor empatía por su víctima y atacará siempre que tenga ocasión de hacerlo. ¿Álguien puede creerse que un lobo al que se encierre una temporada se va a convertir en herbívoro?.  No, los "lobos" de apariencia humana siempre que se les deja en libertad vuelven a cometer las mismas atrocidades y a crear nuevas víctimas. Y así durante una larga cadena de períodos de  reclusión y  nuevas  atrocidades.
Tampoco se crea que por que el lobo sea más viejo, se volverá más inofensivo. Muy al contrario "cuanto peor sea su dentadura más tiernas serán sus víctimas”.
Nunca suelo exagerar, pero si alguien tiene alguna duda, que lea la prensa; o siga, por el medio que sea los informativos y se dará cuenta de la gran verdad que estoy diciendo.
Cuando hay noticias de la puesta en libertad de alguno de estos depredadores, los pastores han de extremar sus precauciones y estar muy al tanto del aprisco.
Pero a nadie le quepa la menor duda de que la maldad ni envejece ni tiene fecha de caducidad. Y el psicópata no es recuperable.

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