Juan Damián Sánchez Luque
Sábado 29 de noviembre de 2014 - 09:53
generica

Consciente de que pocos lo echarían de menos es por lo que decidí dejar, unos días más de los habituales, en barbecho esta sección que Priego Digital me ofrece. Cosas están ocurriendo todos los días para poder escribir varios tomos, si esto fuera posible, pero no me gusta que un escrito mío aparezca sobre otro y otro mas sin solución de continuidad.

Han sido varios factores los que me han hecho romper mi intención de  tomarme y de dar  un respiro. El principal fue anoche en una larga conversación telefónica con una persona muy avezada en el tema de las drogas, que es el tema que últimamente me ocupa. Llegamos a la conclusión (reconozco que ahí yo siempre ando bastante reacio) de que es necesario romper ciertos paradigmas y afrontar el problema desde otras ópticas diferentes. Lo que en absoluto restaría  rotundidad al proceso de lucha, pero intentando cambiar el contexto y aumentando su eficacia. Pero si de eso se trata. Más que visto está en que este sistema ha fracasado.
Yo, sinceramente, cuando oigo decir que "la lucha contra la droga ha fracasado", no puedo dejar de pensar en que dudo de que realmente esa lucha empezara de verdad alguna vez. Igualmente pienso que el drogadicto nunca importó a la dirigencia política en absoluto, y eso lo mantendré siempre.
Dejando atrás las épocas del laúdano y de los morfinómanos de rebotica, además de los adictos yatrogénicos, que fueron inevitables en su mayoría, ya que no hace tanto que el arsenal de analgésicos con que se contaba era bastante reducido y las dependencias fueron incalculables. Pero lo más curioso del caso era que los mismos consumidores no eran conscientes de su dependencia. Hasta hace cuatro días el primitivo y popular Optalidón (¿quien con mas de treinta o cuarenta años no lo ha conocido?) era una autentica bomba farmacológica con su barbitúrico y su cafeína, entre otros.
El Bustaid, recomendado para adelgazar y que se vendía sin receta ni control alguno y era una autentica joya, con su metanfetamina y sus 20mg. de pentobarbital.
Situándonos más atrás. París, mediados del siglo XIX. En la, por entonces, más bullente ciudad del mundo proliferaron los clubs privados, similares a los que habían florecido en los años previos a la Revolución Francesa. Allí se reunía la crème de la crème de la intelectualidad para los más variados propósitos, no todos legales.
Una de estas sociedades, quizá la más famosa, fue el llamado Club des Hachichins. Se reunía en el gótico Hotel de Lauzun, y estaba formado por personalidades como Charles Baudelaire, Alejándro Dumas, Honoré de Balzac o Víctor Hugo. ¿Su ocupación? probar drogas y analizar, en comunidad, sus efectos.
Entre aquellos destacados hombres había también un psiquiatra llamado Jacques-Joseph Moreau, que sería el primero en estudiar los efectos del cannabis en el sistema nervioso. Sus conclusiones verían la luz en 1845, con el explícito título de Hachís y enfermedad mental, y fue el primer libro científico sobre la droga.
Desde entonces, los efectos del cannabis han sido analizados pormenorizadamente en multitud de ensayos. Sus perjuicios y sus beneficios  empiezan a ser bien conocidos, lo cual, lejos de arrojar luz al debate sobre su legalización, parece volverlo más y más complejo.
Pues pese a todo (y a mucho mas que se dijera) ya está prácticamente legalizado.
Pero los "narcos" oliéndose que el negociete se les hundiría, se apresuraron a sacar el "Combo", una mezcla de marihuana y cocaína para ser fumada.
Ayer  leía que entre Uruguay y Brasil se está imponiendo la cocaína (algunos me llamaran exagerado, me da igual, que lean mas) mezclada con veneno de serpiente coral: "Cocaína coral". Pero como no debe ser muy fácil conseguir el veneno, ahora lo hacen sintético y si malo es el veneno de la coral no ha de ser mucho mejor el "mejunje" que fabrican para hacerlo pasar por el tal veneno. El caso es que en casi nada de tiempo ya han muerto unos pocos.
A la vista de estos mínimos ejemplos se comprenderá sin dificultad que la legalización de alguna droga no solucionaría nada.
La inventiva de los narcotraficantes es ilimitada y siempre tendríamos frente a una droga legal, otra ilegal mas barata y mortífera.
Que nadie se llame a engaño ni pretenda engañar a nadie que a este toro o se le coge por los cuernos o termina corneándonos a todos.
Tiempo al tiempo.

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