La pregonera centró el hilo argumental de su alocución en la importancia de la resurrección de Cristo
Rafael Cobo Calmaestra
Lunes 23 de marzo de 2015 - 22:01

El Teatro Victoria acogía el pasado sábado uno de los actos más esperados por el mundo cofrade, ya que con el Pregón de Semana Santa se inicia la simbólica cuenta atrás para el inicio de la Semana Mayor. Acto que este año y debido a la cita electoral sufría un leve cambio de fecha, pasando de la mañana del Domingo de Pasión, como es habitual en las últimas décadas, a la noche del sábado.

La encargada de exaltar una de las celebraciones más importantes de Priego fue Inmaculada Serrano Gómez, que tras la presentación a cargo de su propio hermano, Antonio Carlos Serrano Gómez, centró su alocución, cargada de un gran contenido teológico, en la importancia de la Resurrección.
Sobre el sobrio escenario del Teatro Victoria, decorado únicamente con los pendones de la hermandad de la Caridad y de la Agrupación General de Hermandades y Cofradías en un extremo, y una cruz con el sudario flanqueada por dos cirios situada ligeramente detrás de la pregonera, y con el acompañamiento de la Banda de la Escuela Municipal de Música y Danza de Priego, que interpretó tres marchas a lo largo del pregón, Inmaculada Serrano desgranó su particular visión de la Semana Santa, advirtiendo en sus primeras palabras su no pertenencia al mundo cofrade, “de manera activa”, para posteriormente afirmar que como nieta e hija de cuadrilleros de la Caridad, “el espíritu de la hermandad lo llevo en mi sangre”.
Es más, Inmaculada Serrano no dejó ninguna duda cuando indicaba que venía “a hablar de Dios”, añadiendo a continuación que uno de sus objetivos era que “Cristo muerto y resucitado, sean el centro de todas mis palabras”, aclarando que estimaba todo lo demás “accesorio”.
De ahí la original manera de ir acercando al auditorio a las nueve hermandades que toman parte en el ciclo pasionista prieguense, comenzando por las del Domingo de Ramos, para luego dar un salto a las del Miércoles Santo, y regresar a continuación a la del Martes y finalmente a la del Lunes Santo.
Pero sin lugar a dudas, cuando el pregón comenzó a tomar fuerza y peso, en la línea que la propia pregonera había advertido, fue con las referencias al Jueves Santo y Viernes Santo, “los días más grandes de la liturgia”, concluyendo en un continuo in crescendo con el Domingo de Resurrección y la buena noticia que ese día trae a todos los creyentes: la resurrección de Cristo.
En su conclusión, la pregonera formuló una invitación a todos los cofrades, alejada de la tristeza y la desconfianza, que no es otra que la creencia de que Cristo resucitado, “camina a nuestro lado, comprometido con la causa del hombre”.

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